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Ser antifútbol durante el Mundial

El fútbol no va con ellos. Pero ¿quién los escucha en Francia en medio del entusiasmo general?

"No entiendo este entusiasmo con el fútbol, es un deporte detestable", estima Raphael, un parisino de 32 años, cuyos argumentos son los salarios astronómicos de los jugadores, el ambiente frenético en las tribunas y el "teatro" de los futbolistas sobre el terreno.

"Sobrepasa el entendimiento y es difícil mantener conversaciones razonadas" al respecto, deplora este joven que después de haberse mantenido al margen de todos los partidos del Mundial no excluye sin embargo ver la final este domingo entre Francia y Croacia.

Una actividad inimaginable para Marie, de 50 años. "No soporto el fútbol. Sobre todo a los aficionados, es de una violencia infinita", reacciona esta mujer, que estos días aprovecha para ver las obras de teatro del festival internacional de Aviñón.

Ser antifútbol es una "especificidad francesa", afirma el historiador Fabien Archambault, especialista de la construcción de identidades nacionales a través del fútbol. Debido a su dimensión popular, este deporte no logra "alcanzar un estatuto de legitimidad en el espacio público", añade.

"En los otros grandes países, Inglaterra, Alemania, Italia, el fútbol es aceptado en toda la sociedad desde hace mucho tiempo porque a todas las clases les gusta de verdad", según este profesor universitario.

"El fútbol es muy rudimentario". "Son sobre todo los aficionados de la clase obrera quienes le han dado su estatuto; luego está la cultura de la cerveza...", destaca el sociólogo Anthony Mahé, del gabinete Eranos.

"Lo que critican los antifútbol son los atributos de la fiesta, la multitud, el espectáculo... En vez de ver los problemas (de la sociedad), nos dejamos idiotizar", añade Mahé.

- Desahogo en internet -

"¿Es esto vivir juntos? ¿Una plaza en final? ¿Un momento para olvidar nuestras desgracias como si (un partido) pudiera borrarlas?", escribió en Twitter Philippe Poutou, un político francés de extrema izquierda, tras la victoria en semifinales de Francia contra Bélgica, que llevó a los aficionados a salir masivamente a la calle.

Frente a la vorágine mediática, los antifútbol se desahogan en las redes sociales, reunidos bajo etiquetas como #jaimepaslefoot (no me gusta el fútbol).

Pero el discurso anti es "cada vez más difícil de mantener", estima Archambault. Sobre todo desde que Francia se proclamó campeona en el Mundial de 1998. "Las élites vieron que podían utilizar (la victoria) para valorizar la imagen del país", en especial, la clase política, añade.

Entre las personalidades del mundo del espectáculo, pocas hablan de una adversidad al fútbol.

"Si defendiera mi indiferencia frente a este deporte con balón, estaría dándole demasiada importancia a esta manifestación", comentó a la AFP el actor Denis Lavant.

Otros prefieren permanecer en el anonimato.

¿Criticar el fútbol? "¿En pleno Mundial? ¿Me toma por un idiota"?, confesó un humorista.

Para Arnaud Séité, propietario de un bar flotante en el Sena, en París, lo importante es poder elegir. "No me gusta el fútbol. Lo que me gusta es organizar conciertos y que la gente escuche buena música", explica en su local, sin pantalla de televisión.

FUENTE: AFP

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