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Cierra para siempre el estadio de los Yanquis

NUEVA YORK (AP). El domingo por la tarde, peloteros y aficionados saldrán por última vez del más famoso estadio de béisbol de la nación.

No habrá más tardecitas soleadas con la actuación de los sucesores de Ruth y Gehrig, DiMaggio y Mantle. No más veladas de octubre con las sombras deslizándose sobre el césped.

Fue una estructura construida para simbolizar el poderí­o estadounidense, un lugar para atrapar la imaginación de Nueva York tal como es el Coliseo para Roma.

Y ahora, 85 años y medio después de su inauguración, el Yankee Stadium está por cerrar sus puertas.

"Lo voy a extrañar", se lamentó Yogi Berra.

Buena parte de la historia del béisbol se ha escrito en este recinto cerca del rí­o Harlem: de los 601 juegos de la Serie Mundial, cien se jugaron aquí­. Hubo once juegos sin hits, incluyendo tres juegos perfectos.

El nuevo estadio de los Yanquis, un palacio de 1.300 millones de dólares que se alza justo del otro lado de la calle 161, puede que ofrezca toda la comodidad del mundo, pero nunca reemplazará la historia del escenario original.

Y si no, habrí­a que preguntarle a Reggie Jackson algún recuerdo prominente, como el 15 de abril de 1968.

"Lo que más recuerdo fue ver a Mickey Mantle", dijo. "Jugué contra Mickey Mantle. Bajé la mirada y vi que sus zapatos tení­an el número 7. Se detuvo y me dejó pasar. Y sabí­a mi nombre".

A un costo de 2,5 millones de dólares, el primer estadio deportivo nacional de tres bandejas se levantó en 284 dí­as de trabajo en 1922 y 1923, antes de que existiera el Empire State Building. Lo llamaban entonces "The Yankee Stadium".

Construido en terrenos adquiridos al patrimonio de William Waldorf Astor por 675.000 dólares, estaba del otro lado del rí­o del primer hogar del equipo, el Polo Grounds, que los Yanquis habí­an alquilado a su rival en la Liga Nacional, los Giants de Nueva York. La avenida Cromwell tuvo que ser eliminada para permitir la construcción.

Parte del diseño original de Osborn Engineering Co. todaví­a queda en pie.

Cuando los jugadores de los Yanquis entran en el club del estadio pasan junto a los retratos de sus 16 predecesores cuyos números han sido retirados. Cuando enfilan por el túnel hacia el campo, pasan al lado de un cartel con una cita de DiMaggio: "Quiero agradecer al Señor por hacerme un Yanqui". Y muchos lo tocan para llamar a la buena suerte.

Un recuerdo que resuena particularmente en muchos de los que van al estadio es el sonido desencadenado por los fanáticos.

"Es increí­ble ese estadio, su poder", dijo el ex manager Joe Torre. "Uno puede sentir el latido del corazón de la gente en las gradas, especialmente cuando uno enfrenta a los Medias Rojas o a los Mets, pero especialmente a los primeros. Y después, por supuesto, la postemporada".

La algarabí­a comenzó en el primer dí­a, cuando Ruth pegó un jonrón de tres carreras en la victoria de 4-1 sobre Boston el 18 de abril de 1923.

Todos los 26 tí­tulos en la Serie mundial y 37 de los 39 de la Liga Americana conquistados por los Yanquis fueron en años en que jugaron aquí­. El estadio fue el primero en tener un tablero de mensajes eléctrico (1959) y la primera pantalla con repetición de jugadas (1976).

Los fanáticos recuerdan ese 4 de julio en que Lou Gehrig se proclamó "el hombre más afortunado en la faz de la tierra".

O el sexagésimo primer jonrón de Roger Maris en 1961. También la noche de tres jonrones de Jackson en el Sexto Juego del año siguiente, que dio al propietario George Steinbrenner el primero de sus seis tí­tulos en la Serie Mundial.

El escenario dio lugar a otros encuentros deportivos: en el estadio se disputaron treinta campeonatos de boxeo, incluyendo la destrucción de Max Schmeling a manos de Joe Louis en 1938. Hubo juegos de fútbol con Pelé, misas papales de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI; un mí­tin con Nelson Mandela, y conciertos de rock de Billy Joel, Pink Floyd y U2.

"Lo voy a extrañar. Es una lástima que lo liquiden", comentó Bob Feller, que en el mismo estadio no permitió hits jugando para Cleveland en 1946. "En Europa resguardan los lugares históricos, los convierten en monumentos. Y aquí­ los derribamos para levantar algo nuevo".

FUENTE: Agencia AP