NUEVA YORK (AP). El domingo por la tarde, peloteros y aficionados saldrán por última vez del más famoso estadio de béisbol de la nación.
Fue una estructura construida para simbolizar el poderío estadounidense, un lugar para atrapar la imaginación de Nueva York tal como es el Coliseo para Roma.
Y ahora, 85 años y medio después de su inauguración, el Yankee Stadium está por cerrar sus puertas.
"Lo voy a extrañar", se lamentó Yogi Berra.
Buena parte de la historia del béisbol se ha escrito en este recinto cerca del río Harlem: de los 601 juegos de la Serie Mundial, cien se jugaron aquí. Hubo once juegos sin hits, incluyendo tres juegos perfectos.
El nuevo estadio de los Yanquis, un palacio de 1.300 millones de dólares que se alza justo del otro lado de la calle 161, puede que ofrezca toda la comodidad del mundo, pero nunca reemplazará la historia del escenario original.
Y si no, habría que preguntarle a Reggie Jackson algún recuerdo prominente, como el 15 de abril de 1968.
"Lo que más recuerdo fue ver a Mickey Mantle", dijo. "Jugué contra Mickey Mantle. Bajé la mirada y vi que sus zapatos tenían el número 7. Se detuvo y me dejó pasar. Y sabía mi nombre".
A un costo de 2,5 millones de dólares, el primer estadio deportivo nacional de tres bandejas se levantó en 284 días de trabajo en 1922 y 1923, antes de que existiera el Empire State Building. Lo llamaban entonces "The Yankee Stadium".
Construido en terrenos adquiridos al patrimonio de William Waldorf Astor por 675.000 dólares, estaba del otro lado del río del primer hogar del equipo, el Polo Grounds, que los Yanquis habían alquilado a su rival en la Liga Nacional, los Giants de Nueva York. La avenida Cromwell tuvo que ser eliminada para permitir la construcción.
Parte del diseño original de Osborn Engineering Co. todavía queda en pie.
Cuando los jugadores de los Yanquis entran en el club del estadio pasan junto a los retratos de sus 16 predecesores cuyos números han sido retirados. Cuando enfilan por el túnel hacia el campo, pasan al lado de un cartel con una cita de DiMaggio: "Quiero agradecer al Señor por hacerme un Yanqui". Y muchos lo tocan para llamar a la buena suerte.
Un recuerdo que resuena particularmente en muchos de los que van al estadio es el sonido desencadenado por los fanáticos.
"Es increíble ese estadio, su poder", dijo el ex manager Joe Torre. "Uno puede sentir el latido del corazón de la gente en las gradas, especialmente cuando uno enfrenta a los Medias Rojas o a los Mets, pero especialmente a los primeros. Y después, por supuesto, la postemporada".
La algarabía comenzó en el primer día, cuando Ruth pegó un jonrón de tres carreras en la victoria de 4-1 sobre Boston el 18 de abril de 1923.
Todos los 26 títulos en la Serie mundial y 37 de los 39 de la Liga Americana conquistados por los Yanquis fueron en años en que jugaron aquí. El estadio fue el primero en tener un tablero de mensajes eléctrico (1959) y la primera pantalla con repetición de jugadas (1976).
Los fanáticos recuerdan ese 4 de julio en que Lou Gehrig se proclamó "el hombre más afortunado en la faz de la tierra".
O el sexagésimo primer jonrón de Roger Maris en 1961. También la noche de tres jonrones de Jackson en el Sexto Juego del año siguiente, que dio al propietario George Steinbrenner el primero de sus seis títulos en la Serie Mundial.
El escenario dio lugar a otros encuentros deportivos: en el estadio se disputaron treinta campeonatos de boxeo, incluyendo la destrucción de Max Schmeling a manos de Joe Louis en 1938. Hubo juegos de fútbol con Pelé, misas papales de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI; un mítin con Nelson Mandela, y conciertos de rock de Billy Joel, Pink Floyd y U2.
"Lo voy a extrañar. Es una lástima que lo liquiden", comentó Bob Feller, que en el mismo estadio no permitió hits jugando para Cleveland en 1946. "En Europa resguardan los lugares históricos, los convierten en monumentos. Y aquí los derribamos para levantar algo nuevo".
FUENTE: Agencia AP