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Después de 11 años, los Rays entierran la mediocridad

NUEVA YORK (AP). Que no se diga que nadie estaba avisado o que un mero cambio de nombre es lo que tiene a los Rays de Tampa Bay por primera vez en los playoffs en sus 11 años de historia.

Lo de los Rays se avizoraba desde hace cierto tiempo, con su amalgama de figuras obtenidas mediante el draft, fichajes sabios y un manager que desde el primer dí­a les convenció que estaban para cosas grandes.

Son tal vez el rival de más cuidado en esta postemporada, la clase de equipo sin í­nfulas que puede jugar con completa soltura.

Una y otra vez en la temporada se decí­a que los Rays no iban a poder aguantar el paso, que tarde o temprano los Medias Rojas y Yanquis --que por una eternidad ejercieron un monopolio en el Este de la Liga Americana-- los iban a poner en su lugar.

Aunque parezca difí­cil de creer, los Rays conquistaron el banderí­n, pese a no tener a ningún lanzador que ganó al menos 15 juegos y sin nadie que bateó por arriba de .300.

Ya nadie se siente sorprendido por al andar de una novena que con 97 victorias y 65 derrotas registró el tercer mejor récord en las mayores, convirtiéndose apenas en el segundo club en la historia que se clasifica a los playoffs tras redondear el peor récord en la campaña anterior.

Los Rays se han ganado el respeto de sus adversarios y han puesto en el retrovisor el hecho que hasta este año nunca habí­an sumado más de 70 victorias en una campaña regular.

"Son un tremendo equipo", declaró David Ortiz, el bateador designado dominicano de los Medias Rojas de Boston, que en vano trataron de desplazarlos de la punta en la división. "Juegan como si no tuviesen nada que perder, eso es lo que los hace ser peligrosos".

"Este equipo fue armado de una manera diferente, no como con los Yanquis. Aquí­ no hay un combo de superestrellas en cada posición. Este es un grupo unido en base a pitcheo sólido y buena armoní­a", declaró el jardinero Fernando Pérez, uno de los tantos prospectos que han surgido dentro del sistema de ligas menores.

"Debemos servir de ejemplo para todos esos equipos que creen que los campeonatos se compran con dinero", añadió.

Los Rays se catapultaron a donde se encuentran con el sexto roster más joven de las mayores y más llamativamente con la segunda nómina más baja, de apenas 43 millones de dólares al comenzar la campaña.

La juventud no solo se refiere a los peloteros. Su presidente Matt Silverman tiene 32 años y el gerente general Andrew Friedman-- el genio detrás del despunte-- cuenta con 31.

En su momento, la movida maestra de Friedman fue el canje con los Mellizos de Minnesota, con el cual se desprendió del jardinero Delmon Young por los abridor derecho Matt Garza y el torpedero Jason Bartlett.

De un sólo plumazo, Tampa terminó de consolidar su rotación abridora y la defensa en el cuadro interior.

Teniendo claro que no se puede depender de inexpertos, los Rays añadieron a un núcleo de veteranos como el jardinero Cliff Floyd y el relevista Troy Percival, ambos con más de 30 años, con la capacidad de servir como mentores al resto de la tropa.

También se han beneficiado por el inesperado y raudo progreso de Evan Longoria, el tercera base de 22 años que es el gran favorito para ganar el premio al Novato del Año de la Americana.

Longoria, quien fue la primera selección del draft hace apenas dos años, conectó 27 jonrones y remolcó 85 carreras, pese a que se perdió una buena parte del mes de agosto por una fractura en una muñeca.

"No tenemos techo", resaltó Scott Kazmir, el zurdo de 24 años que carga con la etiqueta del as de la rotación. "Somos un grupo que apenas está amoldándose. Esto apenas es el comienzo".

El crédito también corresponde al aporte del inicialista Carlos Peña y el catcher Dioner Navarro, quienes en Tampa encontraron el entorno para mostrar sus verdaderos kilates.

Luego de dar muchos vericuetos en su carrera, el dominicano Peña se erigió en el principal cañonero del club con sus 31 jonrones, 17 de los mismos tras el Juego de Estrellas, y 102 carreras remolcadas.

El venezolano Navarro bateó para .295, subiendo más de 60 puntos su mejor promedio previo de .232, pero su verdadero valor estuvo con su trabajo como guí­a detrás del plato. La efectividad de los lanzadores de Tampa fue de 3.82, el segundo mejor porcentaje en la Americana detrás de Toronto.

Quizás el secreto menos reconocido del éxito ha sido la filosofí­a de su carismático manager Joe Maddon, bautizada con el número "98". Se trata de una ecuación en la que los nueve jugadores poniendo todo el esfuerzo en nueve innings equivale a una de las ocho plazas en los playoffs.

"Desde el año pasado se percibí­a que eramos un grupo especial, pese a que terminamos últimos y con un récord que no le gustó a nadie", comentó Peña. "Mucha gente pensó que yo lo decí­a sólo por hablar y aquí­ estamos".

FUENTE: Agencia AP

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