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Fuchs, capitana de boxeo que noqueó trastorno obsesivo

LIMA (AP) — Si alguien le pregunta a Virginia Fuchs sobre la pelea más complicada de su vida, responderá que la libró fuera del cuadrilátero.

La actual capitana del equipo de boxeo de Estados Unidos en los Juegos Panamericanos sufrió una especie de golpe de nocaut en su mente, y debía levantarse. En su deporte, hay sólo 10 segundos, que puede parecer eternos, para lograrlo. En el caso de este problema, Fuchs demoró un mes entero, y no fue sino en un hospital donde pudo recuperarse.

Fuchs está de regreso en el ring, en Lima, menos de seis meses después de internarse por un trastorno obsesivo compulsivo.

“El boxeo es la paz, la parte fácil de mi vida”, dijo Fuchs a The Associated Press el martes, tras ganar una pelea que la instaló en la final de la división mosca, donde este viernes enfrentará a la colombiana Victoria Valencia. “Sé que suena raro, pero sí, fuera del ring es donde enfrento el desafío en mi vida”.

La peleadora de 31 años pasó febrero en el hospital. Bien pudo haber permanecido más tiempo en la clínica, contó, pero quería estar en los Juegos Panamericanos, dentro de un deporte en el que comenzó cuando era una niña de 10 años.

Sobre el cuadrilátero en Lima, se ha mostrado veloz y tranquila. Parece que por fin está segura de sí misma. Se movió con agilidad y asestó certeros puñetazos a la venezolana Irsimar Cardozo.

Después de la contienda, alzó los brazos en señal de triunfo, mientras resonaba en los altavoces del Coliseo Miguel Grau la canción “Surfin USA”, de los Beach Boys. Incluso, se dio tiempo para intercambiar palmadas y tomarse selfies con algunos espectadores.

Pero a veces sí siente dolor.

“Todavía estoy luchando con mi OCD”, reconoció, usando las siglas en inglés del trastorno o desorden obsesivo compulsivo. “Pero el tratamiento sí me ayudó a aprender algunas habilidades que apoyan cuando estoy en una situación realmente difícil. En cierto modo, esto me trajo de regreso, de modo que pueda tener cierto control”.

Mientras hablaba, Fuchs apretaba los puños, cubiertos con cinta adhesiva.

Fuchs creció en Houston y practicó muchos deportes. Su padre le enseñó a esquiar sobre el agua, y se unió al equipo de natación. Jugó también softbol, fútbol, basquetbol y voleibol.

Corrió durante la secundaria. En su primera competición de atletismo, durante el primer año, rompió el récord de su institución en las competiciones de una y dos millas (1,6 y 3,2 kilómetros). Participó también en carreras a campo través para la Universidad Estatal de Luisiana. Durante su primer año de educación superior, conoció a un boxeador profesional que la llevó a un gimnasio.

Ahí dio sus primeros puñetazos. El entrenador le vio potencial. Sabía que llegaría lejos.

En 2010, cuando el Comité Olímpico Internacional anunció que incluiría el boxeo femenino en su programa para Londres 2012, Fuchs se mudó de vuelta a casa.

“Empecé a entrenar para mi sueño olímpico y labré mi camino para ser la número uno”, dijo.

Con el objetivo de concentrarse plenamente, se mudó al Centro de Entrenamiento Olímpico de Colorado Springs. El entrenamiento dio sus frutos, cuando ganó el preolímpico de Estados Unidos. Pero debió ir a un clasificatorio adicional en Río de Janeiro, donde no obtuvo el boleto para los Juegos Olímpicos de 2016.

“Aunque gané el preolímpico, hay ese segundo proceso de clasificación... el proceso internacional, y por eso me quedé corta”, dijo. “Fue algo realmente devastador, porque estuve muy cerca”.

El año pasado, obtuvo el bronce en el mundial. En Lima, es considerada la mejor boxeadora dela delegación estadounidense. Y viene por más.

“En vista de que no he ido todavía a unos olímpicos, decidí que iré a Tokio”, recalcó.

El boxeo es su alegría... y su salvación.

“Me siento muy relajada aquí”, afirmó sonriente. “Cuando estoy en el ring, todos esos pensamientos del OCD, toda la lucha de mi vida fuera del ring se va”, manifestó. “Es por eso que el boxeo me trae felicidad, y de verdad no sé dónde estaría sin él”.

Fuchs agradece también el apoyo de su familia y de sus compañeros, quienes apodan a su capitana “La Pirata”. Los arenga diciendo que todos están en el mismo viaje hacia el oro.

“Mis padres están muy emocionados. Yo estoy segura de que están como locos ahora. Saben que vine aquí para ganar el oro. Todos saben que lo voy a obtener. Soy La Pirata. La plata está bien, pero necesito el oro en mi pecho como un tesoro”, comentó entre risas.

En el camino a Tokio 2020, dijo que desea también contribuir para que se erradique el estigma relacionado con trastornos como el suyo.

“Hay personas que lidian con el OCD o con cualquier problema de salud mental, y deberían saber que no están solas”, recalcó.

“Una puede seguir siendo exitosa, conquistar sus sueños y hacer cualquier cosa. Simplemente hay que recodar cada día que no va a ser fácil. Una va a tener días duros, pero si una cree siempre en sí misma, va a lograrlo”.

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FUENTE: LUIS ANDRÉS HENAO (Associated Press)