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En Alejandría los jóvenes sirios recuperan la esperanza gracias al deporte

El sirio Amir al Awad, antiguo campeón de lucha, soñaba con los Juegos Olímpicos. Pero la guerra en su país le deparó un destino muy diferente: refugiado en Egipto, ahora ayuda a los jóvenes deportistas de su país, exiliados como él.

A su llegada en 2013 a Alejandría, ciudad portuaria del norte de Egipto, este deportista de grandes hombros, padre de dos niños, quería atravesar el Mediterráneo e instalarse en algún punto de Europa. Ante el peligro de la travesía, renunció.

Y junto a otros refugiados sirios decidió crear un centro que bautizó como 'Academia Siria del Deporte'.

La sala, que se encuentra en una estrecha calle de la ciudad, tiene un techo bajo y está modestamente equipada. Abrió sus puertas en 2016 con solo 3.000 libras egipcias, unos 300 euros, como presupuesto.

El luchador de 34 años y sus ayudantes, todos empleados en un restaurante de parrilla, tuvieron que poner dinero de su bolsillo para ayudar a financiar el proyecto, que además fue apoyado en un 25% por el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR) y la fundación Cáritas.

Más de 126.000 refugiados sirios están registrados por Naciones Unidas en Egipto, más de la mitad de los refugiados que cuenta la organización en este país, según un último balance hecho en diciembre de 2017. De todas formas el número de sirios es mayor en Egipto.

Si una gran mayoría de ellos considera a Egipto una etapa, muchos finalmente se han instalado al no poder buscar por el momento un regreso a Siria, golpeada por la guerra desde 2011.

- 'Capitán Adel' -

Artes marciales, aerobic, ballet o gimnasia, niñas y niños vienen a entrenar entre los viejos muros del centro, decorados con pósters de campeones mundiales de lucha, boxeo o halterofilia.

Además la academia, que también recibe a jóvenes egipcios, organiza torneos de fútbol, en los que participan otros emigrantes procedentes de Sudán o Etiopía.

Después del colegio, los niños sirios de siete a diez años se entrenan bajo la vigilancia de Ami al Awad.

"¡Vamos chicos! Tiene que quedar tiempo para hacer los deberes", les recuerda.

"Buscamos inculcar a los niños el deporte y el aprendizaje de la victoria, así como de la derrota, para que les ayude en su vida", explica.

A su lado se encuentra Adel Bazmawi, de 21 años, uno de los entrenadores fundadores de la academia y antiguo campeón de lucha libre en Siria. Huyó en 2013 de Idleb, una región situada en el noroeste del país, donde perdió su casa y a una parte de su familia.

"En Egipto no soy reconocido como un luchador que pueda participar en las competiciones internacionales", lamenta Adel.

Y aunque fue invitado a torneos en Canadá y Alemania en 2015, no pudo acudir porque "la nacionalidad siria se ha convertido en un obstáculo en la obtención de visas".

En la academia su talento inspira a los más jóvenes. "Quiero volver a Siria como un héroe y batir al capitán Adel para convertirme en un entrenador de kick-boxing", dice Karim Jalal Eddin, de diez años.

- Sin licencia -

Adel, como otros muchos jóvenes sirios, tuvo que interrumpir sus estudios de educación física debido a la guerra y trabajar como sus colegas en un restaurante. De carácter no lucrativo, la academia no paga salarios suficientes a sus trabajadores.

Los inscritos pagan una suma simbólica de 100 libras (4,5 euros) al mes, que sirve para ayudar en el pago del alquiler y las facturas. El 75% de los niños no paga nada.

A las dificultades económicas, se añaden las complicaciones burocráticas. Amir al Awad busca que la academia sea reconocida oficialmente.

"Hemos tenido que anular varios eventos por no tener licencia", señala.

Invitado al Fórum Internacional de la Juventud, que se celebró en noviembre en la estación balneario de Charm el-Cheikh, dice que trató este problema con el presidente Abdel Fatah al-Sissi en persona y que otros responsables le prometieron una solución.

"Pero después no ha pasado nada", lamenta Amir.

FUENTE: AFP