Con el torso desnudo y pintado, el soldado Ehsanullah agita la bandera afgana en las gradas del mayor terreno de juego de cricket de Kabul, donde miles de aficionados no se dejan vencer por el miedo a los atentados gracias al amor a ese deporte.
Este joven militar de 23 años, en primera línea contra los talibanes cerca de Kandahar, se ha tomado unos días libres para acudir al estadio, sin miedo, para seguir los partidos de la Shpageeza Cricket League, que termina el viernes.
"Quiero dar testimonio de mi amor y mi apoyo a este deporte", explica, exhibiendo su pecho pintado con los colores nacionales -rojo, verde y negro- y con su espalda con el nombre pintado de su jugador favorito, Rashid Khan.
Son miles los aficionados que se han desplazado desde todo el país, como muestran las fotografías publicadas en las redes sociales con caravanas de pequeños autocares desde la provincia vecina de Logar, con personas incluso sentadas en el techo de los vehículos.
La quinta edición de este torneo, en el que se enfrentan seis equipos, atrae a los grandes nombres del cricket afgano, pero también a jugadores extranjeros, entrenadores y comentaristas.
Es una de las pocas ocasiones para distraerse y disfrutar, en un país acostumbrado desde hace 40 años a la guerra y los conflictos.
En el tercer día, el 13 de septiembre, un kamikaze intentó terminar con la fiesta matando a tres personas, entre ellas un policía. El grupo yihadista Estado Islámico reivindicó el atentado.
Algunos jugadores extranjeros prefirieron renunciar al torneo, pero la mayoría continuó, convencidos por las garantías del presidente, Ashraf Ghani, sobre las medidas de seguridad.
- "No al terrorismo" -
"No siento ningún peligro. Me quedé por solidaridad con los jugadores afganos y, sobre todo, con la población de Afganistán", confía a la AFP el excapitán de la selección de Zimbabue y ahora comentarista Alistair Campbell.
En Twitter, el excapitán de la selección inglesa y entrenador Adam Hollioake avisó: "Me niego a sentir terror. Me quedo hasta el final".
Después de la explosión, los seguidores tampoco se han dejado vencer por el miedo. Siguen agolpándose por centenares en las taquillas del estadio para comprar su entrada y esperando para entrar en el recinto, fuertemente custodiado y vigilado.
Todo para disfrutar de un juego que fue prohibido por el régimen talibán a finales de los años 90.
Pese a esa abstinencia forzada, el cricket es popular en Afganistán, que reivindica su lugar entre los países fuertes de ese deporte.
"Tenemos miedo, pero tenemos que decir no al terrorismo", apunta Shamsul Haq, de 22 años. Este joven ha venido de Paktika, una provincia del sudeste del país, para vender banderas y asistir a los partidos, comentados en pastún y dari, las dos lenguas oficiales del país.
FUENTE: AFP