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Reseña: “The Secret Life of Pets 2” es una buena secuela

Si la dulce cinta animada de 2016 "The Secret Life of Pets" (“La vida secreta de las mascotas”) era mayormente para niños, su secuela podría ser para un público diferente: cualquiera que compre boletos. En medio de las travesuras de estos bichos tiernos, hay muchas lecciones que los padres pueden aprender.

La mayoría de la pandilla está de vuelta: Kevin Hart como el esponjado conejito blanco Snowball, Eric Stonestreet como el enorme y torpe Newfoundland, Lake Bell como la gordita gata Chloe y Jenny Slate como la valiente Pomeranian Gidget. Pero esta vez Patton Oswalt hace la voz del héroe Max en reemplazo del desacreditado Louis CK. En América Latina el elenco de voces incluye a Eugenio Derbez, Andrés López, Mariana Treviño, Natasha Dupeyron, Chumel Torres y Jesus Ochoa.

Ambas películas de la franquicia lidian con la llegada de nuevos miembros a la familia. En la primera, un perro les permitió a los cineastas explorar la rivalidad entre hermanos. En la segunda, el desconocido es un bebé al que Max aprende a amar incondicionalmente, pero que también le hace sentir ansiedad. (Cualquier padre sobreprotector entenderá).

El guionista Brian Lynch y el director Chris Renaud, que también hace la voz del conejillo de indias Norman, regresan por segunda ocasión para entrelazar tres tramas en "The Secret Life of Pets 2" (“La vida secreta de tus mascotas 2”), una decisión sabia porque ninguna de ellas es lo suficientemente profunda como para llevar toda una película. Sin embargo, logran entretejerlas y crear una buena pieza de entretenimiento para todas las edades.

En una historia, Max se preocupa por el pequeño hijo de su dueña y se estresa como protector del niño. “¿El mundo fue siempre así de peligroso?”, se pregunta tras una horrorosa caminata por Nueva York. Incluso desarrolla un tic nervioso por el que se rasca y le ponen un mortificante cono para perro. Un viaje a una granja en el campo parece ofrecerle un respiro; lo que más necesita es aclarar su mente.

Antes de irse le pide a Gidget que cuide de su juguete favorito. Ella pronto lo pierde en el apartamento de una señora con gatos locos. Su misión es recuperarlo. Mientras tanto, a Snowball le pide una valiente Shih Tzu (la recién incorporada Tiffany Haddish) que rescate a un cachorro de tigre de un malvado jefe en circo. Su misión, como la de los otros personajes, es encontrar a su superhéroe interior.

Oswalt es un buen reemplazo para Max, capaz de conectar con la timidez, el asombro y la valentía en flor del personaje. Encuentra ayuda en un perro bronco granjero cuya voz hace Harrison Ford, quien desafortunadamente enturbia su primer personaje animado con cierta hipervirilidad.

El perro alfa de Ford es todo un personaje de acción. Le arranca el cono a Max (no es el mejor mensaje para niños que estén siguiendo algún tratamiento) y rechaza la neurosis cohibida del protagonista, mientras que él se mantiene frío y callado. “El primer paso para no tener miedo es actuar como si no tuvieras miedo”, le aconseja.

Ford juega con su clásico personaje de macho, pero no estamos seguros de si este tipo de John Wayne — o si toda la dinámica de chicos de ciudad contra chicos de campo — es lo que se necesita ahora. Otro punto débil de la cinta son los elementos aterradores: lobos temerosos y un terrible villano con un látigo y una picana.

Pero fuera de eso la mayor parte de la película está cuidadosamente construida: pasa de una trama a la otra incorporando a viejos personajes (como el viejo basset hound de Dana Carvey y el perro salchicha Buddy de Hannibal Buress) en un mosaico cada vez más complejo, alimentado por una banda sonora alegre que incluye a Stevie Wonder, Jefferson Airplane, Coolio y ZZ Top.

Una señal de lo bien armada que está esta película es un cover de "Lovely Day" de Bill Withers que es usado al final, un recuerdo de la canción original que aparece en la primera película. También comienza con "Empire State of Mind", un eco de primera entrega que comienza con "Welcome to New York" de Taylor Swift.

También hay algunos toques geniales, incluyendo un sueño en el que Snowball fantasea que es un héroe con capa, creando una secuencia de cómic DENTRO de una película animada. Bell se roba la película cuando su gato se intoxica con hierba gatera y le enseña a Gidget "el camino del gato" — que incluye caminar en el teclado de una laptop y pegarle a tazas sobre las mesas, todo con extraordinarios efectos animados. Se sorprenderán con lo realista que han hecho este mundo los ilustradores, desde las montañas rocosas hasta autos que van a gran velocidad y ojos sorprendidos. En otro de los giros de la historia, la señora de los gatos se convierte en objeto de muchos chistes, pero también en una heroína.

Todo esto lleva a un clímax en el que las tres historias convergen, algunas con dificultad. Max es claramente el centro emocional de la película pero el viaje de Snowball es sencillamente raro: comienza como un conejito al que le gusta vestirse de superhéroe, muta en un verdadero superhéroe que resulta no serlo, antes de demostrar que ES un superhéroe, más o menos. (No se lo pierdan al final de los créditos rapeando "Panda" de Desiigner).

Si la crítica a "The Secret Life of Pets" era que se trataba de una copia de "Toy Story", esta segunda película logra asentarse más en su propio universo. Al igual que sus personajes principales, ha aprendido a vivir cómodamente dentro de su propia piel.

"The Secret Life of Pets 2", un estreno de Universal Pictures, tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por "algunas escenas de acción y humor pesado”. Duración: 86 minutos. Tres estrellas de cuatro.

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Mark Kennedy está en Twitter como http://twitter.com/KennedyTwits

FUENTE: MARK KENNEDY (Associated Press)