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Ex ladrón de bases, Arroyo se toma una plaza en semis de 800

RIO DE JANEIRO (AP). Hace cuatro años, René Plasencia vio como Andrés Arroyo se robaba una base en un juego de béisbol de escuela secundaria en Orlando, y al entrenador de atletismo se le iluminó una imaginaria bombilla sobre la cabeza.

Poco después, Arroyo había dejado el guante, el bate, y el uniforme manchado de arena por el liso tartán, donde se pulió en el arte de recorrer los 800 metros, la misma distancia que le vio clasificar el viernes a semifinales de los Juegos Olímpicos.

"Estos son mis primeros Juegos y llegar a una semifinal es algo grande. Corrí cómodo", comentó el joven boricua, mientras miraba de reojo como su compatriota Wesley Vázquez se desfondaba en los últimos metros de su eliminatoria, incapaz de unírsele en la lista de clasificados.

"Le he visto muy bien. Sé que puede entrar en la final", dijo Vázquez de su compañero, con quien entrenó en verano en la Universidad de Florida, donde Arroyo reside desde que su familia se mudara desde Bayamón, cuando apenas contaba ocho años.

Un crono de 1 minuto y 46,17 segundos le bastó al joven atleta, consciente de que la competencia aumentará en la semifinal, donde esperan grandes figuras como el keniano David Rushida.

Pero a Arroyo no le asusta por ahora el escenario, feliz de ver recompensado tanto esfuerzo tras dejar el béisbol que gozó de chiquito.

"Decían que tenía futuro porque podía correr y lanzaba 80 millas por hora, pero las posibilidades grandes para mí han sido en el atletismo. No me arrepiento de la decisión", dijo el atleta, admirador del dominicano José Reyes desde que los Mets de Nueva York se acercaran a la Serie Mundial de 2006. Inquieto, reconoce que luego se pasó a los Astros por el juego de su compatriota Carlos Correa y, más recientemente, siente simpatía por los Cachorros de Chicago.

Tales dilaciones le acompañan también en su trayectoria en el atletismo, pues reconoce que le intriga probar distancias más largas por sus condiciones, aunque prefiere la adrenalina que le proporcionan los 800 metros.

"Cuando las carrera duran más, me aburro. Necesito velocidad. Que pasen cosas en poco tiempo", explica el ex proyecto de pelotero, quien pasó de explotar sus condiciones en el jardín central a ejercer de pitcher desde el montículo para reservar sus piernas. Como no, con bola recta de lanzamiento predilecto.

Pues pasan cosas en Río para Arroyo. Y más que pasarán. Bien rápido, como a él le gusta. Próxima cita, en horario estelar del sábado por la noche.

FUENTE: ALEX OLLER (Associated Press)