AUCKLAND (AP). La "resurrección" de Wilder Medina se robó los titulares este fin de semana en el fútbol colombiano.
El cañonero del Deportes Tolima volvió hace una semana de una suspensión de tres meses por fumar marihuana y se despachó con tres goles en dos partidos. El sábado, con un lindo cabezazo de palomita y un remate raso desde afuera del área, se encargó de propinarle un 2-0 al puntero Independiente Medellín, hasta esa noche el único invicto del campeonato.
"¡Goleador, Medina goleador!", lo vivaron los simpatizantes del club vinotinto y oro de Ibagué.
"Estoy feliz porque después de varios meses sin jugar, volví con goles y es lo más lindo que me puede pasar", dijo a la prensa Medina, que dio positivo en tres controles antidopaje esta temporada. "Soy un afortunado, la vida y Dios me están premiando".
El problema para el ariete de 30 años, que no negó su consumo de marihuana y se sometió a un programa de rehabilitación, es que enfrenta una nueva investigación por posible reincidencia. Si vuelve a dar positivo en un control, podría ser inhabilitado de uno a dos años, una sanción casi terminal para la carrera de un jugador de su edad.
Lo paradójico del caso es que los atletas que consumen las llamadas "drogas sociales", como la marihuana o la cocaína, no lo hacen para mejorar su rendimiento deportivo. La marihuana, de hecho, es más un obstáculo que una ayuda para jugar al fútbol o cualquier otro deporte.
"La intoxicación con marihuana puede causar una percepción distorsionada, coordinación disminuida, dificultad para pensar y resolver problemas, y complicaciones de aprendizaje y memoria", explica el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas estadounidense.
Desbordar a un defensor para tirar un centro, perseguir a un atacante antes de un tiro de esquina o tirarse de palomita para conectar un cabezazo al segundo palo se debe complicar mucho en esas condiciones.
Cuando sancionaron a Medina, el histórico ex portero colombiano René Higuita _que sufrió una suspensión por consumo de cocaína_ dudó de la validez de los controles antidopaje que detectan estas drogas.
"Las normas hay que analizarlas bien, porque de ninguna manera el uso es para aumentar el rendimiento", dijo el "Loco" al sitio FutbolRed.
Ningún futbolista ha tenido un problema de drogas más notorio que Diego Maradona. El astro argentino, para muchos uno de los mejores de la historia del fútbol, también ha negado que la cocaína le haya servido de algo dentro de la cancha.
"¿Sabés qué jugador hubiese sido yo si no hubiese tomado cocaína?", le preguntó "El 10" al cineasta serbio Emir Kusturica en una entrevista que se ve en el documental "Maradona by Kusturica".
"¡Qué jugador nos perdimos!", siguió el campeón mundial en México 86. "Me queda el mal sabor de boca (de) que hubiese sido mucho más de lo que soy".
La Asociación de Fútbol inglesa (FA) admite en su política antidopaje que las drogas sociales se deben tratar de manera distinta a los esteroides y otras sustancias prohibidas que mejoran el rendimiento. Ante un positivo de este tipo de drogas, el jugador sufre una suspensión pero no es identificado en forma pública.
"La FA no informa el nombre del jugador porque esta falta no es una falta en el código de la WADA (Agencia Mundial Antidopaje) y la privacidad permite que el jugador se someta a cualquier rehabilitación y terapia necesaria", dijo la entidad la semana pasada, luego que un programa televisivo aseguró que decenas de jugadores habían permanecido anónimos tras arrojar positivos de cocaína, éxtasis y marihuana.
Al plantear que los consumidores de drogas sociales no merecen el escarnio público que suele caerle a los atletas que se dopan, la federación inglesa avanza en una dirección nueva.
El siguiente paso lógico parece ser, como propuso Higuita, repensar qué drogas se incluyen en los controles antidopaje y en los castigos que alejan al jugador de las canchas. A Wilder Medina, autor de 16 goles en el torneo Clausura 2010, la marihuana le trae problemas desde hace mucho: ya en 1999 purgó una sanción cuando jugaba en el Deportivo Rionegro de la segunda división. Ha contado en varias entrevistas cómo logró salir de las pandillas de Medellín y convertirse en futbolista profesional.
Antes que le aplicaran la suspensión en mayo, su abogado Andrés Charria planteó ante la prensa: "La marihuana no es un dopaje, no mejora el rendimiento físico. El vive un problema humano".
Su argumento suena razonable. Pero bajo las reglas actuales, si el ariete vuelve a ser hallado en infracción, su resurrección durará poco.
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Diego Graglia es editor de deportes de The Associated Press. Está en Twitter como @TheDailyDG.
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El periodista de The Associated Press en Bogotá Jairo Anchique contribuyó con este despacho.
FUENTE: Agencia AP