LONDRES (AP). Andreína Pinto salió al escenario acuático y de los nervios que tenía dijo que quiso volver a los vestidores. Así, lejos de la calma, la venezolana terminó octava y última en la final de los 800 metros libre de la natación de los Juegos Olímpicos.
Dominada por ese "miedo escénico", Pinto quedó octava en esa prueba, cuya medalla de oro la embolsó la estadounidense Katie Ledecky; la española Mireia Belmonte se quedó con la de plata y la británica Rebecca Adlington, campeona olímpica en Beijing, con la de bronce.
Pero a pesar del momento que vivió en la antesala de la carrera, la venezolana hablaba firme y resuelta.
"Los nervios ya se me pasaron, pero a la noche casi no pude dormir", dijo Pinto, de 21 años, que entró a la final con el sexto mejor tiempo. En la final llegó a 14.65 segundos de la líder Ledecky.
"Hablé con mi hermana y le dije que ni sabía si podía saludar", recordó la venezolana, aludiendo al momento en que las nadadoras son presentadas antes de la prueba y la mayoría saluda al público o al menos sonríe.
Pinto, quien apenas saludó con el rostro serio, salió a la alberca con las mismas botas negras con pelo por dentro que usó durante su paso en la piscina olímpica de Londres.
"Esas botas me abrigan, soy muy friolenta, y además no me voy a desprender de ellas porque me traen suerte", dijo Pinto, mientras sostenía ese par de calzado acunándolo como a un bebé. Sobre las botas había dos botellas de agua mineral, una toalla blanca y por momentos Pinto hacía malabares para sostener todo a la vez.
"Espero llevar estas botas a Río" 2016, dijo la venezolana.
No parecía la Pinto que dijo estar nerviosa y asustada en la antesala de la prueba.
Su rostro lucía más radiante que el día de las eliminatorias y sus labios brillaban de rojo claro.
_¿Tienes los labios pintados?, le preguntó The Associated Press.
_"No", respondió Pinto, "pero tengo pintados los ojos". Se rió, saludó y se fue.
FUENTE: Agencia AP