DAYTONA BEACH, Florida, EE.UU. (AP). La primera carrera de la temporada de la NASCAR se realiza ahora en un ambiente muy distinto.
Poco importó que Jimmie Johnson esté buscando su cuarto campeonato consecutivo, que Tony Stewart esté emprendiendo una nueva aventura como dueño y piloto o que Mark Martin tenga una última oportunidad de ganar un título de la serie, que se le ha escapado durante casi tres décadas.
Todos esos temas pasaron a un segundo plano ante las penurias que enfrenta un deporte para el que son cruciales los patrocinadores, y que trata de sobrevivir en medio de la severa recesión.
"Evidentemente, nos ayudan muchos patrocinadores empresariales y nuestros aficionados son los más leales que hay", dijo Jeff Gordon, cuatro veces campeón de la Cup Series. "Todos ellos enfrentan una dura prueba durante esta época".
Cientos de empleados de la NASCAR han sido despedidos desde que terminó la temporada anterior. Varios propietarios decidieron fusionar sus escuderías; otros redujeron los presupuestos y algunos más simplemente se retiraron.
Bill Davis Racings, The Wood Brothers y Petty Enterprise realizaron despidos masivos. Incluso escuderías consideradas poderosas, como Hendrick Motorsports, Joe Gibbs Racing y Roush Fenway Racing, debieron apretarse el cinturón.
Chrysler, Ford y General Motors han experimentado el desplome en las ventas de vehículos, y Toyota, la mayor automotriz del mundo, ha sido también golpeada por la crisis. Los problemas han generado dudas sobre si esos cuatro gigantes automotores podrán conservar el apoyo financiero y técnico que es crucial para el automovilismo.
"Las noticias son deprimentes, y sé que muchas son verdaderas", dijo Matt Kenseth, piloto de Roush Fenway Racing. "No sé cómo afectará esto nuestro deporte, nuestra temporada, nuestros patrocinios ni nada de eso".
Los patrocinios en solitario han escaseado, y las escuderías han debido buscar que dos o más empresas accedan a auspiciar en conjunto, dividiéndose el alto precio de la publicidad en los bólidos.
FUENTE: Agencia AP