En una noche de enero en Indiana hace más de una década, Manu Ginóbili estaba sentado al fondo de la banca de los Spurs de San Antonio cuando el entrenador Gregg Popovich se le acercó.
El técnico fijó la mirada en Ginóbili, quien no estaba teniendo un buen partido ante los Pacers, y le gritó. Como ha sido el caso en sus dos décadas al mando de los Spurs, lo hizo con el tipo de orden que oculta como una pregunta.
"¿Estás listo para ser humano?", le dijo Popovich, añadiendo una obscenidad.
Ginóbili asintió tímidamente, se puso de pie y entró a jugar.
Eso ocurrió en 2004, al principio de una sociedad de la que Tony Parker ha reconocido que no creyó iba a funcionar. Ginóbili jugaba con temeridad absoluta, y Popovich estaba determinado de ponerlo en cintura, que asimilara la filosofía de los Spurs.
Lo que terminó pasando fue algo completamente distinto. El entrenador fue quien acabó adaptándose a Ginóbili.
"No todo se puede conseguir en un mismo día, pero al verlo jugar y darse cuenta de la clase de competidor que es, alguien único y con talento", comentó Popovich. "El cerrar la boca y no dar instrucciones más de la cuenta es mucho mejor. Permitir que ese talentoso jugador te demuestre de lo que es capaz y que ayude a que tu equipo gane".
"Con el paso del tiempo, aprendí que no debía discutir con él por un tiro que había tomado, una jugada defensiva que intentó por un robo o por lo que fuera. Hace esas cosas con el fin de ganar el partido. Me enseñó a admirar un poco más las cosas y no controlarlo todo".
El binomio Ginóbili-Popovich ha ganado cuatro campeonatos, incluyendo el último en junio pasado. Si bien Popovich es el responsable de dirigir a uno de los equipos más exitosos del deporte profesional estadounidense con sus estrictos métodos, Ginóbili es uno de los pocos jugadores que han podido recibir del técnico la luz verde para desplegar sus individualidades.
"Ha sido un gran logro. Yo no soy el único. Creo que Tony también logró convencerle de que viera la cosas de otra manera", dijo Ginóbili. "Lo cierto es que él entendió que esa era la forma para ser mejores. Yo no le convencí. Se fue dando cuenta que nos iría mucho mejor y menos predecibles jugando de una manera diferente".
Si Popovich le parece inflexible ahora, imagínelo cuando Ginóbili desembarcó en la NBA en 2002.
"Pop tenía una manera de entrenar y Manu tenía un estilo de improvisación", comentó Parker. "'Pop supo amoldarse y Manu entendió lo que Pop quería y encontraron un punto medio".
No comenzaron de esa forma.
Con sus antecedentes militares, Popovich es un firme partidario del orden. Sus jugadores suelen contar que el entrenador les coloca en posiciones específicas en la cancha, asignándoles tareas específicas. No hay margen para improvisar.
Pero improvisar es lo que mejor hace Ginóbili, un basquetbolista agresivo que busca anotar de cualquier ángulo. Eso a veces deriva en pérdidas del balón.
Para Ginóbili, esos fallos eras gajes del oficio. Para Popovich, eran un pecado.
"Al inicio, yo era quien trataba de adaptarse a su estilo. A él no le importaba adaptarse a mi estilo", dijo Ginóbili. "Poco a poco, me fui ganando su confianza y empezó a creer en mí y le gustó lo que yo hacía en la cancha".
Ginóbili también tuvo que ceder, al aceptar su papel como sexto hombre en vez de un puesto fijo en el quinteto titular, ya que Popovich prefería su agresividad en la segunda formación.
Ambos sacaron provecho, y los Spurs han sido los más beneficiados.
Después de tantos años, Ginóbili de vez en cuando saca de sus casillas a Popovich con alguna jugada arriesgada, pero "no tanto como antes", dijo el entrenador previo a un partido en Minnesota esta temporada. "Estamos en un punto medio".
FUENTE: JON KRAWCZYNSKI (Associated Press)