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Enrique Dí­az: El hombre récord del béisbol cubano

LA HABANA (AP). Enrique Dí­az es tal vez el mejor pelotero del que nunca se ha oí­do hablar. Es el jugador con más récords en el béisbol cubano: hits, triples, bases robadas y carreras anotadas.

Este intermedista tuvo el talento de muchos de los que ahora ganan millones en el béisbol de Estados Unidos, pero a sus 44 años ya pasaron sus mejores dí­as en el diamante.

A pesar de sus récords, fraguados a fuerza de longevidad y talento, a Dí­az le quedó una asignatura pendiente, pues nunca integró la selección nacional en un torneo oficial.

"Me deja un sabor amargo y un sentimiento de injusticia", comentó Dí­az en una entrevista reciente con la AP. Sin embargo aseguró que "no siento frustración alguna, porque en realidad es algo que no depende de mí­".

En su carrera Dí­az coincidió con dos de los más grandes segunda base del béisbol cubano, el ex capitán de la selección Antonio Pacheco y la nueva estrella Yulieski Gourriel. Precisamente Dí­az le rompió el récord de hits a Pacheco.

Dí­az jugó 26 temporadas por dos equipos capitalinos, 19 con Metropolitanos y siete con Industriales, con el que conquistó tres veces el tí­tulo nacional.

El pelotero asegura que todaví­a no sabe cuándo se retirará, aunque no tiene equipo para la próxima temporada luego de disputar el último campeonato con Metropolitanos.

"Mi vida ahora es una incertidumbre porque no se si retirarme ", expresó el jugador. "Mi esposa y mis dos hijos me dicen de retirarme, a mí­ me gusta jugar, es lo único que he hecho hasta ahora y me pregunto, ¿qué voy a hacer después? Desde el punto de vista de motivación y fí­sico me siento bien y quiero seguir, al menos este año que viene".

Uno de los más grandes recuerdos de Dí­az es los juegos de Cuba con los Orioles de Baltimore en 1999, en los que defendió la camiseta de la isla.

"Para mí­ fue un orgullo estar en ese equipo, un orgullo doble porque me eligió Fidel (Castro) para hacer el grado", comentó el segunda base.

Al recordar esa sorpresa, su rostro se ilumina con una amplia sonrisa y relata: "Fidel dijo que Cuba necesitaba a un jugador muy rápido, capaz de lograr un toque o un robo de base a cualquier receptor, le dijeron que yo era ese hombre y me pusieron en el equipo".

Cuba perdió 3-2 el cotejo en su patio en marzo de 1999 y casi dos meses después ganó 12-6 en Baltimore.

El habanero aseguró que "nunca nadie se me acercó para hacerme ofertas" para probar suerte en el béisbol profesional. Tampoco le pasó por la mente irse por su cuenta y engrosar la lista de peloteros que abandonaron la isla y juegan en las mayores, como algunos de los jugadores con los que defendió la camiseta de Industriales, Rey Ordoñez, Orlando "Duque" Hernández o Kendry Morales.

"Irme de mi paí­s, lejos de mi familia, nunca me interesó", afirmó Dí­az. "Yo se las dificultades que hay aquí­, los problemas, las adversidades y los obstáculos que tenemos para desarrollarnos, pero esto es lo mí­o y otra cosa no me interesa, eso siempre lo tuve bien claro".

En su carrera Dí­az acumuló 2.358 hits, 726 bases robadas, 1.638 carreras anotadas, 99 triples, además de ostentar también el número mayor de turnos al bate (7.983) y de apariciones al plato (9.720).

"No tengo un récord predilecto, todos tienen su emoción y su historia, todos son importantes, porque son el récord a la consagración y a la constancia", expresó Dí­az.

Dí­az nació en el humilde barrio capitalino de Centro Habana. Su padre Enrique, hoy de 98 años, trabajó como obrero pero nunca jugó béisbol. Uno de sus tres hermanos, Alberto, fue pelotero, pero no de alto nivel.

"Yo amo mi terruño de Centro Habana, no tuve una cuna de oro, pero son mis raí­ces. ¿Cómo uno puede sentir orgullo por la patria grande si no siente nada por el lugar donde nació? Yo amo lo que soy, lo que tengo, el que no ama eso, no ama nada".

Carismático, Dí­az siempre tiene una sonrisa pí­cara en el rostro, una broma o un piropo para las múltiples personas que se le acercan, pero rechazó la palabra fama.

"Yo prefiero decir que soy popular, no puedo caminar por la calle sin que me paren, eso tiene su lado positivo y negativo, no tengo privacidad, no puedo hacer nada fuera de lo normal, a veces es algo que pesa", comentó.

Cuando terminó el entrenamiento, Dí­az salió del terreno de la Ciudad Deportiva para llegar a una sala donde conversó con la AP, en el camino saludó a decenas de personas, que se preocuparon por su salud, su forma, su familia, y con paciencia el jugador tuvo unas palabras para cada uno.

"Este amor del pueblo no tiene precio, para mi es el reconocimiento más grande que uno puede tener", señaló.

FUENTE: Agencia AP