QUITO (AP). Su figura centellante se hizo de la pelota, colmó la cancha de habilidad y destreza y cuando su talento intuyó el claro la dejó durmiendo en la red.
"Así será, amigo, tal como se lo conte; Joffre se va a mandar un golazo y ganamos por lo menos -dos a cero", dijo Jacóme Noriega imaginando el futuro, en un céntrico bar de esta ciudad a unos 2.850 metros sobre el nivel del mar.
¿Quiere que le cuente como sueño el segundo?", agregó ese empleado bancario de 27 años, entre excitado y alegre.
Liga y Fluminense de Brasil, dos inesperados finalistas que jamás llegaron a esa instancia, chocarán el miércoles en el primero de dos partidos por la final de la Copa Libertadores.
Resulta muy difícil encontrar a un agorero de la derrota en Quito, la "Florencia de América" y declarada en 1978 por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Osmar Ortiz, un jubilado de 70 años, fanático de los "Albos" de Liga y "con más de 50 de ir a una cancha", dijo que "ganamos porque el equipo presiona bien en todos lados y tiene agallas".
"A Fluminense le vamos a hacer sentir la localía", agregó Ortiz, mientras las hojas planeaban por el viento que subía y bajaba en frescas turbonadas por la avenida Amazonas.
Cerca de allí, cuando la tarde del domingo se alejaba con resignada tristeza, la profesora de historia Isabel Pallo dijo no saber nada de fútbol aunque "estoy enterada de todo y sé que Liga va a ganar".
"No hay manera de perder porque el miércoles (día del partido) se cumplen 100 años de la llegada de la primera lomocotora a Quito", recordó la ilustrada profesora.
¿Y eso que tiene que ver con el fútbol?.
"¡Cómo que tiene que ver! A 100 años de haber entrado una locomotora a Quito, ahora entrará la locomotora de Liga a una cancha. Vamos a arrollar a esos brasileños", agregó la mujer.
"Y chau, chaucito que voy a llegar tarde a la misa", se despidió la profesional de 40 años. "¿Usted no va a misa?.
Una belleza, una hermosura total, la iglesia Santa Teresita, una obra de estilo neogótico que empezó a ser construída en 1938, cuando Liga tenía apenas ocho años de vida, y que se terminó en 1954, quince años antes del debut de los Albos en la primera división del balompié ecuatoriano.
Entre rezos y oraciones, fue una hora de misa oficiada por el padre José Antonio Fuertes, quien cuando descendió del púlpito habló con la AP, en la sacristía de la iglesia, sobre el mundo terrenal de la pelota.
"Va a ser un partido muy duro, pero Liga en casa no puede perder y también va a contar con la ayuda de la altura", dijo el padre José Antonio.
"Y también va a tener la ayuda Divina", terció la profesora con su lógica religiosa.
"Ninguna ayuda Divina", se alteró un poquito el clérigo de 55 años, nativo de la ciudad española de León. "Dios ayuda tanto a Liga como a Fluminense. Dios no ha-ce di-fe-ren-cias".
¿Padre, usted alguna vez jugó al fútbol?
"Por supuesto, fui defensor central en León y dicen que era muy bueno y aguerrido".
¿En serio?
"Sí, mis compañeros en el seminario me decían 'Hacha brava'. ¡Creo que en mi vida repartí más patadas que ostias!".
FUENTE: Agencia AP