BEIJING (AP). Ha habido dos notas destacadas en la primera semana de los Juegos Olímpicos, que ha registrado una verdadera masacre de récords. Una, fue el combativo equipo chino que amasa la asombrosa cantidad de 27 medallas de oro. La otra, Michael Phelps.
China, que alberga los juegos por primera vez, sigue enfrentando críticas de quienes dicen que los ambiente creado en torno a los juegos esconde la represión de las protestas y las restricciones a la libertad de prensa. Pero logísticamente, los juegos funcionan bien, las protestas han sido menores, la contaminación del aire ha disminuido y los atletas locales acumulan triunfos para deleite de los aficionados.
Pero hubo otros puntos destacados.
La noche del sábado, el velocista jamaiquino Usain Bolt ganó los 100 metros en un final electrizante con récord mundial de 9.69.
Cuando los juegos completaron la mitad, China ha ganado casi 21 por ciento de las medallas de oro discernidas en 11 disciplinas. Si ese ritmo se mantiene, China terminará probablemente convertida en el mayor ganador de preseas en unos juegos que no hayan sido objeto de algún boicot.
Estados Unidos marcha segundo con 17 oros ganados. En el total de todos los colores supera a China 57-49.
Dirigentes estadounidenses dicen que no les sorprende la actuación china, y que les agrada la competencia.
"Para muchos, la actuación de China aquí es sorprendente", dijo el vocero del Comití¨ Olímpico de Estados Unidos, Darryl Seibel. "Para nosotros, es algo que esperábamos".
Los chinos no mostraron demasiado espíritu deportivo en algunas competencia, como cuando aplaudieron estruendosamente una doble faltas de Venus Williams en el partido que la norteamericana perdió ante la local Li Na, en una de las mayores sorpresas del tenis.
Pero nunca apareció una actitud abiertamente anti-Estados Unidos. Así, por ejemplo, los chinos aplaudieron con entusiasmo a los equipos de basquetbol de Estados Unidos y China en el choque que ganaron los astros de la NBA.
En la gimnasia, aficionados de ambos países compitieron amistosamente en los cánticos de aliento a sus deportistas.
Una razón para la relativa armonía es que equipos de ambos países en distintos deportes suelen entrenar y competir en una y otra nación.
Y hay otras relaciones deportivas: los integrantes del equipo estadounidense de tenis de mesa son nacidos en China. El ex jugador de grandes ligas Jim Lefebvre entrena al equipo de béisbol de China. La ex voleibolista china Jenny Lang Ping entrena al equipo femenino de Estados Unidos.
La cobertura de los juegos por la prensa china controlada por el Estado se centra masivamente en los éxitos chinos, pero en tono marcadamente moderado.
Muchos factores han entrado en juego para evitar que la puja por las medallas se transforme en una nueva versión de la rivalidad que Estados Unidos y la Unión Soviética libraron durante los años de la Guerra Fría.
El gobierno entiene que el patriotismo puede derivar en un nacionalismo extremo, lo cual socavaría el interés de las autoridades de promover la imagen de China en el exterior. Hace cuatro años, luego que Japón venció a China en un partido por la Copa de Asia de fútbol, los aficionados chinos se exaltaron tanto que los japoneses debieron ser sacados del estadio con escolta policial.
En los meses previos, los chinos recibieron clases para comportarse con cortesía y hasta para alentar en los estadios. Los medios recibieron instrucciones de no pasarle de la raya con el nacionalismo al informar sobre competencias internacionales.
Tanto el Comité Olímpico Internacional como los organizadores locales han esquivado las interrogantes de reporteros extranjeros sobre temas políticos polémicos o cualquier incidente que podría restarle lustre a los juegos.
"El COI no necesita que los juegos sean perfectos", dijo su portavoz Giselle Davies. "Creo que nos vamos a ir de aquí con una sonrisa en el rostro".
En las competencias, las alegrías han sido bien equitativas. Más de 60 países han subido el podio, incluyendo a Togo por primera vez.
FUENTE: Agencia AP