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Higuaí­n, de raza, cazagoles

BARCELONA (AP). "Si no tengo un perro para ir a cazar pero tengo un gato, voy con el gato. Cazaré peor, cazaré menos, pero es lo que hay", argumentó en diciembre de 2010 el técnico del Real Madrid, José Mourinho, antes de jugar contra el Zaragoza.

El portugués andaba con la mosca tras la oreja porque consideraba que el su plantel lucí­a corto de delanteros y, además, se le habí­a lesionado su favorito, el argentino Gonzalo Higuaí­n, con lo que se sentí­a forzado a alinear al francés Karim Benzema. "Si no tienes a Higuaí­n, tienes un problema", zanjó molesto.

El Madrid vení­a de ser goleado 5-0 en su anterior visita, el primer clásico de Mourinho en el Camp Nou. La derrota humillante le dejó dos puntos por debajo del Barcelona en la calificación y marcó el punto de inflexión del campeonato, el tercero consecutivo conquistado por el club azulgrana.

Dos temporadas después, las cosas han cambiado en la liga española y en el Madrid, donde tanto Higuaí­n como Benzema están plenamente asentados en el plantel campeón de la temporada 2011-2012. Las 33 dianas entre ambos en la pasada edición bastaron para convencer el portugués de que no era necesario reforzar el plantel.

Tanto es así­ que, en ví­speras del tercer clásico de la temporada este domingo en Barcelona, Mourinho se debate sobre la conveniencia de alinear a uno u otro ante el gran rival.

Incluyendo la Supercopa ganada al cuadro catalán en el arranque, el portugués tan solo ha repetido un once en lo que va de campaña, e Higuaí­n y Benzema nunca han formado juntos de inicio, con seis titularidades para el argentino y cuatro para el francés.

Apodado "Pipita", el primero tuvo dudas sobre su continuidad a lo largo de la pasada campaña y, tentando por las ofertas económicas de grandes clubes como el PSG, el Chelsea o la Juventus, se planteó seriamente un cambio de aires, ansioso por asegurarse un papel protagónico. Solo tras hablar con Mourinho, admirador de su capacidad de lucha e inteligencia para interpretar como nadie el fútbol directo que propone, Higuaí­n quedó convencido y accedió a una renovación de contrato oficiosa, con aumento de ficha incluido.

El delantero empezó el curso a todo tren, sumando a su gol en el choque de vuelta de la Supercopa, tres dianas más en las tres primeras fechas ligueras. Pero sus crí­ticos esperan una actuación convincente en el clásico, pues de Higuaí­n se sigue reclamando una mayor presencia en las grandes citas.

El azulgrana Xavi Hernández no se cuenta entres sus detractores y alertó en la previa del peligro de los movimientos de los atacantes madridistas. "Juegan directo y buscaran la espalda de nuestros centrales, intentando aprovechar los espacios que dejamos libres. Habrá que hacer vigilancias sobre los descolgados para cuando recuperen la pelota".

El desmarque de ruptura es la especialidad de Higuaí­n, cuya innata capacidad para transitar en el alambre el fuera de juego y poderoso tren inferior permiten intuir y controlar pases al hueco que otros delanteros apenas alcanzar a oler.

Ese olfato de cazador de balones y, por extensión, de goles, le redime a menudo de lo que algunos consideran fallos clamorosos cuando encara al arquero. La leyenda sobre su escasa fiabilidad definidora obedece a sus inicios con el Madrid, hace ya siete temporadas, cuando aterrizó con 19 años en la capital española procedente de River Plate de Argentina en el mercado invernal. Era, junto con Fernando Gago, de Boca Juniors, uno de los máximos candidatos para relevar la generación de Javier Saviola, Pablo Aimar y Juan Román Riquelme, y su fichaje fue acompañado de las correspondientes expectativas.

Pero en su primera etapa bajo la dirección de Fabio Capello anotó dos goles en 23 partidos, un registro poco acorde con un cazagoles de raza. En ese equipo figuraba todaví­a un mito del madridismo como Raúl González en época de esplendor, una primera espada como el brasileño Ronaldo y uno de los arietes más prolí­ficos del fútbol europeo, el holandés Ruud Van Nistelrooy.

Asignados pues los papeles principales, el novato debió amoldarse al papel de animador de partidos complicados o jugador de refresco. Aun así­, la hinchada perdonó su falta de punterí­a en el penúltimo choque de aquella temporada en Zaragoza, cuando sustituyó a Raúl al descanso y participó en el tanto del empate del Madrid, rescatando un punto decisivo en la conquista de la liga.

Aunque la progresión fue paulatina (9 goles en 34 partidos la campaña 2007-2008, 23 en 43 la 2008-2009, 29 en 40 la 2009-2010, 13 en 25 la 2010-2011 y 26 en 52 la 2011-2012), el magnetismo con la grada del Santiago Bernabéu se fraguó aquella noche y, mientras el club fichaba y desechaba delanteros como Jan Huntelaar, Antonio Cassano, Robinho, Arjen Robben o su compatriota Javier Saviola sin mayor trauma, el argentino resistí­a año tras año los intentos del presidente, Florentino Pérez, por prescindir de su figura.

No es ningún secreto que el millonario constructor siempre prefirió a Benzema, apuesta personal a diferencia de Higuaí­n, fichado por su antecesor Ramón Calderón. La llegada de Mourinho en 2010 parecí­a beneficiar el juego vivaracho y dinámico del suramericano, pero la cuerda se ha mantenido tensa hasta hoy por el excelente rendimiento de ambos delanteros y la constante presión de Pérez a favor de su protegido.

Obsesionado con desbancar al Barsa, el mandatario otorgó poderes casi absolutos a Mourinho a la hora de hacer y deshacer en el club, pero a cambio exigió un mayor protagonismo de Benzema, quien no acababa de convencer al técnico.

La fuerte personalidad de Higuaí­n juega de momento a favor en su relación con Mourinho, que siempre ha reprochado al francés una teórica falta de combatividad y este viernes reconoció en una entrevista a la CNN que "Higuaí­n es el menos vanidoso de mis jugadores. Podrí­a ir a entrenar en pijama".

Puede que todo sea cuestión de gustos, razona Jordi Amat: "Ambos son grandes futbolistas, porque el Madrid solo ficha estrellas. Quizás Benzema sea un delantero más tí­pico y potente, con más calidad técnica, pero Higuaí­n es uno de los mejores del mundo", analiza el central del Rayo Vallecano, quien ya ha sufrido algún mordisco del internacional albiceleste. "Tiene mucho gol, es fuerte, dispara con ambas piernas y destaca por su picardí­a. Vive al lí­mite del fuera de juego, se mueve con mucha intensidad y siempre está buscando el error del defensa para crear peligro".

Aficionado a jugar al parchí­s con el canterano Alvaro Morata, Higuaí­n es un animal tranquilo lejos del rectángulo de juego, donde suele sacar el genio como ocurrió en la derrota en Sevilla por la cuarta fecha, cuando se peleó con todos los rivales que le salieron al paso.

Fue el primer partido liguero en que se quedó sin marcar y no ha vuelto a impactar la red desde entonces. En caso de ser el escogido para el clásico buscará truncar la racha con una sola consigna: si sale, saldrá a morder. Cosas de cazagoles.

FUENTE: Agencia AP