Serena Williams cayó eliminada en Wimbledon, y a sus 40 años la estadounidense no parece haber acabado con el tenis y quiere jugar "en casa" el US Open.
"No lo sé. ¿Quién sabe? ¿Quién sabe dónde voy a reaparecer?", murmuró, todavía afectada por la decepción.
Porque ella se esperaba otro tipo de reencuentro con esta pista que tuvo que abandonar hace un año en primera ronda debido a una lesión en un muslo.
"Fue mejor que el año pasado...", reveló el martes sin gran convicción.
Desde su abandono en julio de 2021, no había jugado en categoría individual y sólo había disputado dos partidos en dobles la pasada semana.
Caída durante estos 12 meses del N.8 al N. 1.204 del ranking WTA, parecía a menudo perdida sobre la pista.
"Factor de intimidación"
Y sobre todo, no asustó a su joven adversaria de 24 años, quien la considera sin embargo una "superestrella" y que esperaba antes de todo lograr ganarle "uno o dos juegos".
"Ya no tiene ese factor de intimidación", estima el exnúmero 1 mundial Mats Wilander, comentarista en Eurosport. "Ya no intimida a las jóvenes jugadoras porque no la han visto ganar mucho".
Williams espera quizás todavía ganar un 24º título de Grand Slam para igualar el récord de Margaret Court, pero su último gran título se remonta al Open de Australia en 2017 y desde entonces ha perdido cuatro veces en finales (Wimbledon y US Open 2018 y 2019).
La tenista ya había reducido considerablemente su calendario estos últimos años, hasta estos doce meses totalmente en blanco.
Cuestión de confianza
"Me desplazo bien, devuelvo muchas pelotas que hay que ir a buscar. Pero no me he entrenado para partidos de tres horas... es ahí, yo creo, donde he cometido un error", analizó.
Es mentalmente donde estima haber fallado.
"En los puntos claves del partido, hay que estar siempre preparada mentalmente para ganarlos. No lo hice mal en uno o dos de esos puntos, pero claramente no fue suficiente", señaló.
Le faltó confianza "cuando se volvió ajustado al final del partido", profundiza Wilander.
FUENTE: AFP