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¿Se puede jugar en la altura de La Paz?

ROMA (AP). Diego Maradona fue buen perdedor, al afirmar que simplemente su equipo fue superado. Sin embargo, el astro de la selección argentina, Lionel Messi, resultó ser más honesto.

La derrota histórica de Argentina por 6-1 ante el modesto Bolivia en la altura de La Paz reabre la discusión de un tema con ribetes polí­ticos y dará comienzo a un complicado debate en cuanto a si los equipos pueden _o deben_ jugar en esas condiciones extremas.

La descripción de Messi de su batalla durante 90 minutos a 3.600 metros sobre el nivel del mar en La Paz, la ciudad capital más alta del mundo, no deja ninguna duda.

"Es imposible", dijo Messi, el veloz delantero del Barcelona que terminó el partido agarrándose los muslos y extenuado.

"Algunos de nosotros sufrimos jaquecas terribles, aunque no quisimos usar esto como excusa", señaló el defensa argentino Javier Zanetti, que juega regularmente en Milán, Italia, ubicada a apenas a 120 metros de altura sobre el nivel del mar.

Los bolivianos, ciertamente, podrí­an diferir con la sugerencia de Messi de que las condiciones de menos oxí­geno en esa capital hacen imposible jugar al fútbol de manera equitativa.

Y lo más irónico de la peor derrota que haya sufrido la selección de Argentina en un partido de eliminatoria en la Copa del Mundo, eclipsando la derrota de 5-0 sufrida ante Colombia en 1993, fue que el mismo Maradona ayudó a hacer campaña en favor de los partidos en la altura.

Hace un año cuando la FIFA se encaminaba a prohibir los partidos internacionales a gran altitud, Maradona jugó un partido de exhibición de una hora en el estadio Hernando Siles de La Paz junto con el presidente boliviano Evo Morales, quien es un gran aficionado al fútbol, para demostrar que no era imposible.

"Hablé por toda Argentina cuando digo que no le tememos a la altitud. Muchos de nosotros tenemos que jugar donde nacimos", señaló Maradona en ese entonces.

Esta semana, nuevamente Maradona insistió en que la altitud no fue factor en la goleada de 6-1. "Cada gol boliviano fue una puñalada en mi corazón", señaló, aunque reconoció que "básicamente fueron un mejor equipo".

La verdad podrí­a estar entre las posturas de Messi y Maradona, y será un nuevo dolor de cabeza para la FIFA, pues deberá zanjar esas diferencias.

El problema de prohibir partidos como La Paz y otras sedes es que la altitud es apenas uno de los muchos factores que influyen en los resultados de los partidos. Si se les lleva al extremo, casi no podrí­a haber lí­mites para esas discusiones.

¿Tendrí­an acaso que prohibirse ciudades como Hong Kong o Bangkok por ser demasiado húmedas, cálidas y contaminadas? ¿Resulta razonable jugar en la helada Noruega? ¿Serí­a justo que las naciones más pequeñas y pobres sean desdeñadas en favor de los grandes equipos del fútbol mundial? Son preguntas que flotan en el aire.

Mientras La Paz le da a Bolivia una ventaja con la altura, el paí­s, de apenas 10 millones de habitantes, no tiene una gran fuente de talento de jugadores de fútbol como Brasil o la potencia económica que gozan los gigantes europeos.

La FIFA suspendió temporalmente su prohibición de partidos en la altura, cediendo a presiones de Morales y de otros presidentes sudamericanos, aunque ya se consideran una nueva serie de reglas que regulen los partidos internacionales y de clubes locales bajo una variedad de condiciones ambientales "extremas".

El presidente de la comisión médica de FIFA, Michel D'Hooghe, espera presentar sus descubrimientos en los próximos meses. Sin embargo, no reveló si la prohibición a sedes como La Paz serán adoptadas de nuevo pero aseguró que jugar a esa altura le da al equipo local "una ventaja artificial" aún cuando no ponga en peligro la salud.

"No es un asunto de vida o muerte", comentó D'Hooghe en una entrevista telefónica. "Es sólo una diferencia en nivel de desempeño", agregó.

Los datos cientí­ficos e históricos sugieren que las desventajas pueden ser enormes cuando equipos visitantes de poca altitud no tienen suficiente tiempo para aclimatarse y los argentinos son un claro ejemplo.

Ellos llegaron a La Paz apenas unas dos horas antes del comienzo del partido con la esperanza de limitar los dolores de cabeza y la náusea provocada por la falta de oxí­geno.

El aire menos denso de la ciudad no sólo afecta los cuerpos de los jugadores visitantes, también afecta la manera cómo se juega el balón.

Al haber una menor resistencia al aire, los balones viajan más lejos y tienen menos efecto, lo que ayuda a explicar por qué los argentinos perdieron su buen toque de balón.

El matemático de la Universidad de Oxford Patrick McSharry, en hallazgos publicados en la Revista Médica Británica, calculó que conforme aumenta la altitud los equipos locales anotan más goles y conceden menos y por cada 1.000 metros adicionales se incrementa la diferencia de goles por aproximadamente medio gol.

McSharry analizó 1.460 partidos internacionales disputados en Sudamérica por 10 equipos entre los años de 1900 y el 2004.

Por su parte, el investigador de altura peruano Gustavo Gonzáles calculó que los equipos visitantes perdieron o empataron en 15 partidos disputados el mismo dí­a que los equipos llegaban a La Paz o a la ciudad boliviana de Oruro entre 1950 y 1993.

Oruro es una ciudad tan alta que los visitantes a su carnaval anual suelen llevar máscaras puestas con ojos saltones para representar a los trabajadores mineros que viví­an en la región y quienes hallaban dificultades para poder respirar.

Por ello, las quejas de Messi podrí­an no estar exageradas. Sin embargo, el problema que hay es que también afectarí­a la identidad del fútbol como un deporte universal que debe ser jugado por 22 personas que tengan un balón.

La Paz es una sede difí­cil, pero tratar de nivelarla mediante su prohibición también serí­a difí­cil para Bolivia.

A fin de cuentas, todo esto se resume a decidir si se debe trazar una directriz al respecto o si no se debe poner limitación alguna.

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John Leicester es un columnista deportivo internacional de la AP. Pueden escribirle al correo electrónico [email protected].

FUENTE: Agencia AP

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