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Violencia en Egipto es una escena familiar para el fútbol

LAUSANA, Suiza (AP). Los disturbios que dejaron 74 muertos en Egipto son demasiado familiares para el fútbol: la escena de hinchas entrando a la cancha, peleando y siendo aplastados hasta la muerte se ha repetido una y otra vez en estadios de todo el mundo.

Pero esta vez, hay un ingrediente adicional que los hace distintos de tragedias anteriores.

El fútbol desde hace tiempo está ligado con la polí­tica en el mundo árabe, donde es más que un simple juego. Antes de la Primavera Arabe, acudir a los partidos era una de las pocas maneras para que la gente descargara sus frustraciones contra los lí­deres autocráticos de sus paí­ses.

En Egipto, las barras bravas conocidas como Ultras jugaron un papel importante en la insurrección que derrocó el año pasado a Hosni Mubarak.

"El trasfondo de la violencia en los estadios de fútbol en Egipto y el Medio Oriente es distinto al resto del mundo", comentó James Dorsey, autor del blog "El Turbulento Mundo del Fútbol en el Medio Oriente" y un experto del Instituto Rajaratnam de Estudios Internacionales en Singapur.

El estadio de Port Said donde detonó la violencia el miércoles después de un partido por la liga egipcia entre Al-Masry y Al-Ahly no es uno de primera clase como el Santiago Bernabéu del Real Madrid, pero tampoco tení­a que convertirse en una trampa mortal. Construido en la década de los 50, fue remodelado para el Mundial Sub20 de 2009.

"Conozco el estadio y es bueno. Sin duda no es un estadio peligroso para los espectadores", comentó Walter Gagg, un dirigente de la FIFA y asesor en seguridad de la Confederación Africana de Fútbol. Gagg inspeccionó el estadio para su aprobación para utilizarlo en la Copa Africana de Naciones en 2006.

Gagg insinuó que la violencia fue premeditada y que las autoridades sabí­an que habrí­a problemas.

"Incluso se planteó cancelar el partido", dijo en una entrevista telefónica. "Creemos que lo que ocurrió fue premeditado. Fue muy difí­cil organizar este partido".

Mark Fenwick, un socio de la firma de arquitectos Fenwick Iribarren que diseñó el estadio Cornellá-El Prat del Espanyol y otros en Qatar, Marruecos y Albania, también dijo que los disturbios fueron "una válvula de escape de otros problemas" y los atribuyó a "la situación general del paí­s".

"En realidad no tiene nada que ver con el estadio. No creo que el estadio sea el culpable, aunque es muy anticuado en términos de diseño", comentó Fenwick, autor de la guí­a de la UEFA para estadios. "Pudo haber pasado en cualquier edificio. Incluso si tienes el hotel más moderno, con las mejores medidas de seguridad, si alguien bloquea las puertas y las salidas, tendrás el mismo problema".

Según los testigos, hinchas de Al-Masry armados con cuchillos, palos y piedras agredieron a seguidores y futbolistas del Al-Ahly. Eso significa que la policí­a no revisó a los fanáticos antes de entrar al estadio, como se hace en Europa y otros lugares.

Pero eso no explica la alta cifra de muertos. Muchos hinchas intentaron escapar de sus agresores a través de un túnel del estadio, pero se toparon con un portón cerrado y allí­ fueron aplastados, según los sobrevivientes.

Ese escenario se parece a los desastres en otros estadios. En 1991, por ejemplo, al menos 40 personas murieron en Orkney, Sudáfrica, cuando los fanáticos trataron de escapar de las peleas que se formaron en las gradas. La mayorí­a de las ví­ctimas fueron aplastadas en las rejas para controlar los disturbios.

"Este es un problema de multitudes, no es un problema del fútbol", comentó Geoff Pearson, un profesor de leyes en la universidad de Liverpool y autor de un libro sobre el problema de la violencia en los estadios.

Destacó que también se han registrado muertes por estampidas en otros deportes y eventos no deportivos, incluyendo ceremonias religiosas.

"Pero, por supuesto, el fútbol es el deporte más popular del mundo y las multitudes suelen ser mayores", indicó. "Además, desafortunadamente, los fanáticos de fútbol tienen una reputación de ser más violentos que otros grupos de personas. Eso quizás no es justo, pero significa que la policí­a suele ser más agresiva con los fanáticos del fútbol".

La policí­a antimotines en el estadio de Port Said en general no intervino para detener los disturbios, según los testigos. Algunos legisladores egipcios acusaron a la policí­a de permitir la matanza, y dijeron que las fallas de seguridad fueron intencionales para avivar el clima de inseguridad en el paí­s.

El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, exigió el jueves que la asociación egipcia entregue un informe que explique la tragedia, aunque también insinuó que hubo fuerzas ajenas al fútbol que provocaron los incidentes.

"Es un dí­a de luto para el fútbol y tenemos que tomar medidas para asegurarnos que nunca vuelva a suceder una catástrofe así­", escribió Blatter al presidente de la federación egipcia, Samir Zaher.

Zaher y el resto de la junta de directores de la federación fueron luego destituidos por el primer ministro egipcio Kamal el-Ganzouri.

Además, los jugadores de Al-Ahly, Mohamed Aboutrika, Emad Moteab y Mohamed Barakat anunciaron su retiro del fútbol tras presenciar la matanza.

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Leicester reportó desde Parí­s. Rob Harris en Londres, Paul Logothetis en Madrid y Stephen Wade en Buenos Aires contribuyeron con este despacho.

FUENTE: Agencia AP