Tiger Woods no avanzó en el corte este viernes en la segunda jornada del Abierto Británico de golf y tras el hoyo N.18 recibió una ovación en el campo de Saint Andrews (Escocia), tras la cual saludó a los aficionados y terminó entre lágrimas.
La actuación en el torneo ha sido muy regular, el jueves culminó el primer recorrido con una tarjeta de +6, ya a catorce golpes del liderato, y este viernes acabó el segundo recorrido con +3, para acumular un global de +9 (nueve sobre el par del campo), muy por encima del 'cut'.
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"Pero no sé si seré todavía capaz físicamente de volver aquí, a Saint Andrews, cuando le toque volver a acoger el British Open", añadió para explicar el motivo de sus lágrimas y de su despedida emotiva del público.
"Voy a jugar más British Opens, pero en ocho años (el tiempo que él estima que pasará antes de que vuelva a celebrarse en el campo de Saint Andrews) no creo seguir siendo todavía lo suficientemente competitivo", insistió.
Decepcionado, con la cabeza baja y gesto serio, Woods pasó una última vez, al menos en este torneo, por el pórtico del Royal and Ancient, el edificio que acoge la instancia que rige las reglas del golf (salvo en Estados Unidos y México, sometidos al organismo norteamericano USGA).
"Estar aquí, en mi sexto Open en Saint Andrews, siendo capaz de jugar en este campo donde nació el golf, es algo fantástico", había subrayado Tiger Woods antes del torneo, recordando que hace unos meses su objetivo era simplemente "ser capaz de volver a andar".
Woods regresó a la competición en abril en el Masters de Augusta, donde fue 47º, después de dos primeros recorridos positivos. Abandonó luego en el tercer recorrido en el PGA Championship y renunció al US Open.