PARIS (AP). Para algunos líderes mundiales, aceptar la invitación a asistir a la inauguración de los Juegos Olímpicos puede implicar riesgos.
Pero también puede haber ventajas al hacerse presente en la ceremonia del viernes.
El presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva, por ejemplo, tendrá la oportunidad de promover la candidatura de Río de Janeiro a la sede olímpica de 2016. Y al mismo tiempo, su presencia complace a China, un comprador de millones de dólares en soya y fierro al Brasil. Lula no ha aludido a la situación de los derechos humanos en China.
Ya han confirmado su asistencia, entre otros, el presidente estadounidense y el primer ministro australiano.
Y para frustración de muchos, el presidente francés Nicolas Sarkozy, cuyo país es considerado la cuna de los derechos humanos, cambió su decisión inicial y asistirá.
Hasta Taiwán, rival declarado de China, enviará una delegación.
Algunos líderes de importantes democracias probablemente mirarán la ceremonia por televisión: los gobernantes de Gran Bretaña, Alemania y Canadá estarán ausentes.
Varias otras ausencias deben haber aliviado a las autoridades chinas: no estarán los líderes autoritarios de Sudán, Zimbabue, Corea del Norte e Irán.
Para China, el resultado se presenta positivo. La presencia de decenas de dirigentes extranjeros mostrará a los televidentes el nivel que China ha alcanzado en el concierto internacional.
Un total de 104 "dignatarios extranjeros" estará el viernes en el estadio Nido de Pájaros, según el jefe del Comité Organizador. No dijo si se trata de jefes de estado o de gobierno o funcionarios de otro nivel. Fuentes diplomáticas extranjeras dicen que China invitó a 100 dignatarios, y que deben asistir unos 80.
El canciller chino dijo que las invitaciones fueron manejadas por los respectivos comités olímpicos.
Los violentos disturbios y la represión de las protestas en el Tíbet convirtieron la invitación en una "papa caliente" para machos dirigentes extranjeros.
Sarkozy fue el primero en amenazar con un boicot, y pidió conversaciones de China con representantes del Dalia Lama, líder espiritual del Tíbet. Ello enfureció a los consumidores chinos que promovieron un boicot a productos franceses.
Francia prefirió enfriar esas reacciones _ y vender aviones Airbus a China. Sarkozy cambió de opinión.
"Los intereses comerciales y políticos se impusieron", dijo Douglas Paal, especialista estadounidense en asuntos chinos. "Sabiendo que los chinos tomarán en cuenta sus decisiones muy pocos dirigentes evitarán asistir".
FUENTE: Agencia AP