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Greinke ahora se toma mejor la fama

KANSAS CITY (AP). A Zack Greinke no le gusta la atención. Y no es una cosa mí­nima. Estuvo a punto de renunciar al béisbol por ese motivo.

Entonces, ¿cómo está haciendo el derecho de los Reales para lidiar con los reflectores puestos encima con todos esos ceros colgados? Sencillo. No se inmuta.

"No le presto atención a esas tonterí­as", declaró. "No me doy por enterado".

Pero cada vez es más difí­cil evitarlo.

Greinke fue tal vez el mejor pitcher en las mayores durante el primer mes de la campaña: 5-0 de marca, 0.50 en efectividad, lí­der de las mayores con 44 ponches en 36 innings, dos juegos completos, incluyendo una blanqueada. Permitió una carrera en su primeras cuatro salidas y estiró una racha de no recibir carreras limpias a 43 innings, una que se remontaba al pasado septiembre.

Toronto fue el primer equipo que pudo quebrar esa racha al anotarle dos veces el miércoles, pero Greinke ponchó a ocho, tiró pelota de cinco hits en siete entradas y se convirtió en el primer lanzador con cinco victorias.

Pasó a formar parte del grupo integrado por Walter Johnson, Fernando Valenzuela, Randy Johnson y Cliff Lee como los únicos lanzadores en la historia en iniciar una campaña 5-0 y efectividad debajo de 1.00.

"Te mantiene fuera de balance", dijo Vernon Wells, el jardinero de Toronto que con un sencillo de dos carreras en el primer inning puso a fin a la seguidilla de ceros de Greinke. "Te fulmina con la (recta) de 95 millas. Es dominante y así­ ha sido todo el año".

El potencial siempre ha existido. Greinke fue el mejor jugador de escuela secundaria y en su primera campaña en las menores, en 2003, registró foja de 15-4 y 1.93 de efectividad, con 122 ponches.

Lo malo es que ese éxito le trajo atención.

Greinke es dueño de una personalidad semi estrafalaria, no es muy cercano a su compañeros. No le gustó el que se le considerase como un fenómeno.

En 2006, tras dos años en el deporte y hastiado por la rutina, Greinke empacó sus maletas y se fue de los entrenamientos de primavera, explicándole a sus entrenadores que necesitaba alejarse del béisbol por cierto tiempo. Nadie tení­a certeza sobre si iba a volver a jugar.

"Simplemente detestaba ser el centro de atención", afirmó Greinke. "Era lo que no me gustaba del clubhouse. Tanta gente alrededor ... Y ponerme a hablar, eso lo hací­a peor".

Greinke pasó dos meses sin jugar y se le diagnosticó "fobia social", lo cual causa un miedo irracional a situaciones sociales. El consumo de medicamentos redujo su ansiedad y ha vuelto a disfrutar del béisbol.

Lanzó tres juegos al subir a las mayores en 2006, y luego registró 1.85 de efectividad en sus últimas siete salidas al año siguiente. 2008 fue el año de su destape: quinto en la Liga Americana con 183 ponches, décimo en efectividad con 3.47 y 13 victorias.

Greinke ha estado infranqueable esta temporada, mezclando velocidades, atinando cada rincón del plato, una bola de cambio que combinar con su recta sobre las 90 millas, una buena curva y un temible slider. Su rostro puede denotar cierto aburrimiento, pero dentro de sí­ es dueño de una ferocidad para competir.

"Tiene esa caracterí­stica de ser implacable, eso me consta", afirmó el coach de pitcheo de los Reales Bob McClure. "La mayorí­a de los buenos pitchers cuenta con ese atributo. Ese extra. No lanza a la cabeza de nadie, pero justo debajo del mentón. No tiene miedo".

Y por ahora está sabiendo lidiar con la atención de la prensa.

"He pasado por altibajos en el pasado. Me he podido dar cuenta de cuán rápido las cosas pueden cambiar", destacó Greinke. "Sólo trato de enfocar mi atención en hacer las cosas bien y ayudar al equipo, en vez de evitar de caer presa como me ocurrió antes. Sólo quiero ser consistente".

FUENTE: Agencia AP