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Manny se gana el corazón de Los Angeles

LOS ANGELES (AP). En medio de la celebración en la casa club de los Dodgers, el primera base James Loney llevaba una camiseta con un mensaje impreso que lo decí­a todo: "Amamos a Manny por ser Manny".

En Los Angeles todos aman ahora al dominicano Manny Ramí­rez, quien abandonó las filas de Boston hace un par de meses, con muy mala reputación, y se unió a un equipo con una campaña mediocre, cerca de la marca de .500, que tení­a sin embargo posibilidades de colarse a la postemporada al jugar en una de las divisiones más débiles de las Grandes Ligas.

Ahora, los logros de Ramí­rez han sido impresionantes en todos los aspectos.

Casi de inmediato, el toletero le infundió entusiasmo a una casa club que antes parecí­a frí­a, y se convirtió en un consentido del público. Y pese a la mudanza de la Americana a la Nacional, comenzó una de las mejores rachas de su carrera, llevando a los Dodgers a su primer tí­tulo de la División Oeste en cuatro años.

"Llegué a jugar y a mostrarle a la gente lo que puedo hacer", dijo. "No esperaba nada de mí­ mismo. Querí­a mostrar a la gente que puedo correr y fildear, y lo hice".

Ramí­rez ha marcado la diferencia también en el graderí­o. Los aficionados, acostumbrados a llegar tarde al Dodger Stadium y a marcharse antes de que concluyera el encuentro, pasaron más tiempo en las butacas.

También mejoró la asistencia de los espectadores, en unos 4.300 por partido desde que se realizó el canje.

El 31 de julio, cuando los Medias Rojas cedieron a Ramí­rez, tanto el club como el toletero estaban hartos. En su última temporada dentro de un contrato por ocho años y 160 millones de dólares, Ramí­rez pidió su salida, al señalar que los Medias Rojas no se merecí­an a un jugador de su categorí­a, y al mostrar por momentos poco interés en los juegos de Boston.

Cuando el divorcio se consumó, todas las partes se alegraron. Los Medias Rojas, campeones defensores de la Serie Mundial, se hicieron de Jason Bay en el canje que involucró a tres equipos, y volvieron a clasificarse a los playoffs.

Pero ahora, contra todos los pronósticos, Ramí­rez es un ejemplo a seguir y un lí­der de los Dodgers, luchando en cada oportunidad.

"Fue maravilloso irme de Boston. Comenzó una nueva vida. Mi sueño se hizo realidad. Sé que mucha gente duda de mí­", dijo. "No me importa lo que dice la gente, es algo bueno, porque llegué acá y probé que todos estaban equivocados. Me siento muy bien. Me alegra que todo haya salido tan bien.

Ahora, los Dodgers viajan a Chicago para el comienzo de los playoffs, el miércoles, contra los Cachorros.

Larry Bowa, el coach de la antesala de los Dodgers, ha visto mucho béisbol durante sus 62 años de vida, y dice que nunca habí­a atestiguado algo semejante a lo que ha hecho Ramí­rez.

"No, en muy poco tiempo él ha tenido un impacto fabuloso", dijo. "No anotábamos muchas carreras; cuando estábamos en una desventaja de tres carreras no tení­amos mucha oportunidad de remontar. Ahora sí­".

"Ha sido increí­ble.... Nos está diciendo: 'Voy a mostrarles que nada de lo que dicen de mí­ es verdad'. Manny ha sido Manny".

Ramí­rez bateó para .396 con 17 jonrones y 53 impulsadas en 53 encuentros con Los Angeles, por lo que muchos aficionados comenzaron a pedir que se le nombre el Jugador Más Valioso de la campaña. Ha estado también impecable en el jardí­n izquierdo.

Su desempeño abrió la puerta para que los Dodgers se recuperaran de una racha de ocho derrotas seguidas a finales de agosto y ganaran 18 de 23 encuentros, incluidos cinco seguidos a Arizona. Convirtieron así­ una desventaja de cuatro juegos y medio respecto de los Diamondbacks en un tí­tulo divisional.

Y ahora, con Manny en sus filas, ¿quién puede descartar a Los Angeles en los playoffs?

FUENTE: Agencia AP