MONTEVIDEO, Uruguay (AP) — Cerca de la medianoche del jueves, el frío invernal calaba los huesos en las afuera del Aeropuerto Internacional de Carrasco de esta ciudad. La prensa había anunciado la llegada Luis Suárez a las siete de la noche y cientos de uruguayos llevaban casi cinco horas esperando la llegada del avión que traía al goleador sancionado por la FIFA.
"Suárez es lo máximo porque juega por la camiseta, juega con sentimientos", dijo. "Me siento representada por él".
Pasaban los minutos y arribaba cada vez había más gente. "Suárez deja todo por Uruguay y por cualquier camiseta que se pone, como demostró el Liverpool. Cuando perdió la liga inglesa, lloró como un niño. Pero por Uruguay deja más todavía", dijo Matías Melgarejo, de 18 años. "Me identifico con él por las ganas que pone. Para nosotros es como Maradona para Argentina".
A esa hora el propio presidente José Mujica estaba en el aeropuerto esperando para recibir con un abrazo al futbolista expulsado del Mundial por la FIFA. Mujica habló esa noche con Diego Maradona, en un programa de la cadena Telesur, y marcó uno de las claves que explican el sentir de los uruguayos que han rodeado a su goleador ante la sorpresa de algunos.
Periodistas, deportistas, políticos coinciden en que se juzgó a Suárez con una severidad que no se ha aplicado a nadie.
"Hemos visto todos los partidos y hay una vara distinta", dijo Mujica en Telesur. "Eso es lo que más indigna y lo que más duele".
Pese a que la sociedad uruguaya está dividida en materia política, los cientos que esperaban afuera del aeropuerto habrían ya suscrito la afirmación del presidente. Muchos habrían aceptado una suspensión para su ídolo. Pero que lo echaran del Mundial, le impidieran permanecer junto a la selección y le prohibieran ver los partidos, provocó una indignación casi unánime.
"A Suárez lo humillaron con el tamaño de la pena. Si la sanción hubiese sido solo la expulsión del Mundial, la mayoría la hubiese aceptado con dolor, con tristeza. Muy a su pesar hubiese comprendido que Suarez merecía una sanción y la prensa no lo habría objetado", dijo Manuel Esmoris, un especialista en gestión cultural que trabaja en la alcaldía de Montevideo. "Pero cualquier especialista en salud mental opinará que esos cuatro largos meses de castigo, bajo todas las restricciones impuestas, no solo no colaborarán a su mejora emocional, sino todo lo contrario".
Para los uruguayos no fue una humillación cualquiera. Fue en el campo del fútbol, su mayor pasión. Para los nativos de este país, el fútbol es más que un deporte. En la nación más pequeña de América del Sur, minúsculo en territorio y población comparados con Brasil y Argentina, sus vecinos gigantes, el fútbol es motivo de orgullo por sus conquistas continentales y mundiales que desafían la lógica demográfica y económica.
Uruguay fue dos veces campeón olímpico de fútbol (1924 y 1928), ganó dos Mundiales (1930 y 1950), el último ganado ante Brasil en el Maracaná, y 15 veces la Copa América, sin contar decenas de triunfos continentales y mundiales de sus clubes Peñarol y Nacional. Hay un aviso en televisión que dice Uruguay, con apenas 3,2 millones de habitantes, es el país "con más gloria per cápita". En el corazón de ese orgullo cayó la sanción de FIFA.
"Hay un toque de patriotismo, nacionalismo y sentido de pertenencia que se vuelca en el fútbol y es parte de la pasión que genera", dijo Esmoris. "La porción de la sociedad que puede manejar esa pasión sin desbordarse no es tan grande. Los argentinos no ven la parte oscura, desagradable, tramposa de Maradona".
A eso hay que agregar algo que está en los genes de esta nación: su histórica rebeldía ante los poderes superiores. El prócer nacional, José Artigas, fue un caudillo que se enfrentó a los imperios de España y Portugal, y nunca aceptó las directivas de Buenos Aires una vez que el poder español en la región había desaparecido.
"La idea de ser un país pequeño en un mundo hostil dominado por poderosos nos perturba en muchos sentidos, sobre todo cuando tenemos una autoestima elevada de nuestro desempeño", dijo el politólogo Daniel Chasquetti profesor del Instituto de Ciencia Política. "Es algo que está en nuestro ADN como nación y tiene que ver con el periplo de Artigas".
"No tenemos un espíritu imperial como pueden tener otras grandes naciones, como Brasil y Argentina, ni el deseo de ser tomados en cuenta como les sucede a los países históricamente sumergidos", agregó. "Pensamos que hemos sido un país ejemplar en el pasado y pretendemos seguir siéndolo en el futuro. Reclamamos reconocimiento en este sentido".
Chasquetti alude a las leyes sociales sancionadas a principio del siglo XX (divorcio, derechos laborales) que hicieron de Uruguay un país de avanzada, un título hoy reverdecido con las leyes que durante el actual gobierno habilitaron el matrimonio gay, el aborto y la legalización de la marihuana.
El politólogo sostiene que la FIFA castigó a Suárez sin haber probado que su infracción haya existido. FIFA, entonces, habría ocupado hoy el lugar de los viejos poderes que quisieron imponerse en Uruguay.
En el programa televisivo Mujica le dijo a Maradona, aludiendo a intereses económicos de esa entidad: "tiramos pa(asterisk)fuera a Italia, tiramos pa(asterisk)fuera a Inglaterra, ahh, cuánta guita (dinero) se perdió ahí, ¡cuánta guita perdieron!"
La afrenta, además, cayó sobre una selección amada. Cuando la milagrosa cosecha de triunfos del fútbol uruguayo parecía haberse secado, la selección dirigida por Oscar Tabárez obtuvo el cuarto puesto en el Mundial de Sudáfrica (2010) y conquistó la Copa América de 2011, con el goleador Suárez como uno de sus abanderados.
"Esta selección reconcilió a la Celeste con esa dimensión de 'nacionalismo deportivo''', dijo el historiador y politólogo Gerardo Caetano, que fue futbolista cuando joven. "Es de los pocos nervios nacionalistas de un país de identidades débiles. El fútbol ha sido y ha vuelto a ser en esta última década nuestra épica, el lugar de emergencia de algunos de nuestros principales mitos", dijo Caetano. "En Suárez convergen muchas razones: la humildad de sus orígenes, su ascenso progresivo y costoso en el fútbol, su 'explosión' deportiva en Europa, las particularidades especialísimas de su actuación nada menos que en Inglaterra, sus récords con la Celeste, su forma singularísima de jugar, su capacidad de superar la adversidad".
Una épica malograda por la expulsión de su estrella "Si Uruguay pierde este Mundial, lo que parece lo más previsible más allá de todo hinchismo razonable y de los otros, nadie disipará la duda de que ha sido fruto de una 'conspiración' contra la Celeste y su héroe máximo", concluye Caetano. "Y lo que termina de cerrar el círculo es esa sanción inaudita por lo extrema de la FIFA, una institución muy desprestigiada y que se encuentra tal vez en el peor momento desde el punto de vista de su legitimidad".
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FUENTE: Lh/am (Por LEONARDO HABERKORN)