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Las estadounidenses se lanzan a las artes marciales mixtas para derribar estereotipos

El sudor recorre la frente de Brooke Carlucci mientras da patadas y puñetazos. Junto a ella, una decena de compañeras también perfeccionan las técnicas de artes marciales mixtas (MMA), un "deporte de hombres" que miles de mujeres estadounidenses usan para derribar estereotipos, alentadas por la estrella Ronda Rousey.

Concentrada, la mirada fija y el cuerpo en posición de ataque, esta joven de 20 años se emplea a fondo contra el saco que cuelga frente a ella: no sólo quiere aprender a defenderse, también quiere mejorar su rendimiento físico, liberar tensiones y pasar un buen rato.

"La gente se cree que esto es sólo para chicos, pero no es verdad. Las chicas también podemos hacerlo. Podemos ser fuertes, pasarlo bien y crecer", cuenta a la AFP esta estudiante de periodismo, agotada pero satisfecha tras un duro entrenamiento en un gimnasio de La Mirada, una localidad situada al sur de Los Ángeles.

"Transmite la imagen de que es violento, sangriento y brutal, y por televisión puede parecer algo malo. Pero también puede ser apasionante y divertido, que te dé fuerza y del que puedas aprender", señala, mientras toca los vendajes que todavía protegen sus manos.

Los hombres han reinado durante años en el universo del MMA, una disciplina donde todo vale y que combina técnicas de judo, lucha libre, boxeo, kickboxing, kárate y otras artes marciales para garantizar el mayor contacto físico.

Su popularidad creció como la espuma a partir de 1993, cuando la empresa Ultimate Fighting Championship (UFC) lo convirtió en un multimillonario negocio, retransmitiendo los combates por un canal de pago que actualmente llega a 800 millones de clientes en todo el mundo.

Pero el dominio masculino terminó hace unos ocho años con la llegada al ring de Ronda Rousey, por entonces una de las heroínas de los Juegos Olímpicos de Pekín-2008, donde se convirtió en la primera estadounidense en ganar una medalla en la modalidad de judo -se alzó con el bronce-.

Ahora, con 29 años, es la luchadora más famosa y la octava atleta mejor pagada del mundo, con unos ingresos equivalentes a 6,5 millones de dólares -de los cuales 3,5 millones solo en publicidad-. Su poder en la lona, su inteligencia gestionando la fama, su astucia para los negocios, su simpatía y su belleza la han convertido en una de las deportistas más influyentes del momento, cuya voz es escuchada por millones de personas.

Además, se ha hecho un hueco en Hollywood apareciendo en 'The expendables 3' (2014) -junto a Harrison Ford y Sylvester Stallone-, 'Fast & furious 7' y 'Entourage' (2015), planea actuar en la cinta basada en su autobiografía 'My fight/Your fight', y en febrero conquistó a millones de lectores posando para el número de bañadores de Sports Illustrated, la revista deportiva más prestigiosa de Estados Unidos.

- "Soy fuerte y no me avergüenzo" -

El 'efecto Ronda Rousey' se ha traducido en los últimos años en un incremento muy significativo de mujeres en los gimnasios de todo el país, ávidas por experimentar en carne propia las virtudes de este deporte.

"Es incuestionable que ha traído a muchas chicas y mujeres al MMA. No hay duda de que, gracias a su influencia, las mujeres ven el MMA como algo menos violento, temerario o brutal", explica a la AFP el periodista Josh Gross, que cubre este deporte desde hace varias décadas.

Rousey defiende constantemente la presencia de las mujeres en esta disciplina y las anima a probarlo sin miedo porque este deporte ya no entiende de género. "Es un tipo de atleta que las mujeres nunca pensaron que podía existir. Es casi una superheroína", agrega.

Geneviève Soszynski puede dar fe de ello. Desde hace diez años enseña MMA en distintos gimnasios de Los Ángeles y cada día tiene más alumnas que quieren lograr sentirse mejor con ellas mismas y ganar confianza mediante sus técnicas de combate.

"Es magnífico ver que cada vez más mujeres se sienten cómodas con él", asegura a la AFP. "Algunas se sienten intimidadas al principio por el contacto físico, pero enseguida desaparece y creen en ellas mismas", afirma.

Abrey Martin, una de sus alumnas, se toma muy en serio la clase. Cada golpe contra el saco denota seguridad, cada patada desprende determinación. La adrenalina se apodera de ella y arremete una y otra vez buscando la perfección. "Quería hacer algo que me hiciera fuerte y no sentirme avergonzada por ello", señala esta universitaria de 21 años, sin apenas haber recuperado el aliento.

Al igual que Martin, Carlucci no tiene miedo a que su cuerpo se desarrolle y su delgadez dé paso a nuevas curvas. "Es genial que las chicas tengamos músculos, seamos fuertes y no sigamos el estereotipo de la delgadez. Es muy sexy", asegura.

FUENTE: AFP